mayo 30, 2013

Venezuela. Agoniza la paz

                                                                                       
                                    Pedro Corzo
Los caciques del chavismo, Nicolás Maduro y  Diosdado Cabello, con sus respectivas tribus, están apostando a generar condiciones que sumerjan al país en una crisis extrema que justifiquen decisiones que supriman los exiguos espacios legales que todavía existen en Venezuela.

El primer objetivo es destruir la oposición. Los depredadores necesitan impunidad para actuar a su antojo y una fuerza política que les rete constantemente es un enemigo a vigilar y destruir si se presenta la oportunidad, resultado que no será fácil  porque se aprecia que la ciudadanía está en el presente más dispuesta a defender sus derechos que en el pasado reciente.

Tal vez la muerte de Hugo Chávez sacó del letargo a tirios y troyanos, independientemente a si estaban a favor o no de un golpista que fue capaz de imponer una dictadura electoral.

Al César lo que es del César debimos aprenderlo hace mucho tiempo. Subestimar a Chávez fue un error que no debe repetirse con los Cabellos y Maduros que se debaten o puedan debatirse por el control de la nación.

Por otra parte el liderazgo de la oposición aunque favorece soluciones negociadas, indudablemente  lo mejor para el país, tiene una mayor conciencia de la realidad y está consciente que no puede seguir siendo condescendientes con su enemigo porque la esquina del ring se le achica y no van a encontrar donde entrenarse para futuras contiendas.

De ahí la firmeza de los reclamos actuales. Las denuncias constantes y la demanda de inspecciones y auditorias de los resultados de las elecciones. Hay demanda firmes, acusaciones de fraude, no solo de la que se hace en las urnas, sino también de los muchos ventajismos a los que recurrió el gobierno.

Se denuncia la corrupción y lo más importante, las violaciones a  la soberanía venezolana por parte de la dictadura cubana. Era inexplicable que un sector de la oposición venezolana no fuera más critica con la dictadura de los Castro, no rechazara la presencia de militares cubanos en ese país y no mostraran solidaridad con los cubanos que enfrentan la dictadura.

No obstante el gobierno con sus mañas arrincona cada vez más la libertad y los derechos ciudadanos. Las disposiciones arbitrarias de las instituciones del estado buscan el caos social para provocar reacciones extremas que argumenten el cese de las garantías constitucionales, que aunque de hecho son inexistentes,  acrecentarían su impunidad si se dictan disposiciones legales que las anulen por completo.

La crispación social es tensa y se extiende a amplias capas de la población. El oficialismo busca una confrontación violenta para hacer el rol de victimas. No cesa de reprimir y abusar de los poderes que detenta para favorecer una explosión social que le sería beneficiosa porque a pesar de sus abusos de poder,  la inmensa mayoría de los gobiernos y de organismos internacionales prefieren estabilidad y gobernabilidad en el resto del mundo, para que las olas de los otros no afecten sus mandatos.

La situación económica es alarmante y el empresariado independiente tendrá menos recursos para producir,  pero también para apoyar lo políticos que favorecen un cambio,  porque no se puede olvidar, parafraseando a Napoleón Bonaparte, que la política, necesita dinero, dinero y más dinero.

La información es cada vez más controlada por el estado. La compra de medios, la cancelación de licencias y la capacidad de usar con fines criminales el poder judicial, es una realidad que disminuye las posibilidades de  defender los derechos ciudadanos.

El exilio o al menos la emigración es una alternativa que muchos consideran. Cada embate que se pierde le confiere terreno al enemigo y si no trata de recuperarse los fieles pierden la confianza y abandonan el templo.

El argumento de la lucha de clases, el odio a la oligarquía, y ese sin fin de sandeces a las que recurren los regímenes populistas ha perdido mucha de su eficacia pero la policía política es más eficiente y tenebrosa.

Aunque amplios los sectores de la población se han percatado de la soberbia y el desprecio a los derechos propios y de los demás que muestran constantemente  los funcionarios chavista, el control de las fuerzas represiva ha mejorado y el miedo a lo que puede pasar individualmente supera muchas veces el compromiso con la nación, por eso los déspotas controlan por mucho tiempo el poder.

Tampoco se puede obviar que hay  sectores que sin estar asociados directamente a la actividad política están irritados por la prepotencia del gobierno. Otros, al faltar el Caudillo no son devotos de sus intérpretes y prefieren abstenerse de cualquier gestión, incluido el voto, lo que favorece a la oposición. Todo eso ayuda a la estabilidad de la balanza en la que se juega el futuro del país.

La Nueva Clase Cubana

                                                                                          
                                      Pedro Corzo
Cuba ante la falta del poder omnímodo de Fidel Castro es gobernada como si fuera una corporación. Se pasó de la dictadura carismática a la burocrática y estos últimos aparte de disfrutar del poder, también son muy entusiasta de las fortunas que del mando pueden derivarse.

Este último aspecto es clave para tratar de entender que los eventuales cambios en la isla estarán limitados por los perjuicios  que puedan causar en los privilegios de la clase dirigente.

La gerontocracia cubana, en particular la que bajó de la Sierra Maestra, junto a los burócratas, antiguos y recientes, han dejado atrás los tiempos en que aparentaban vivir en la austeridad, mientras el pueblo era sepultado en la miseria.

Los dirigentes castristas consideran que los peligros que corrieron y los esfuerzos que realizaron para controlar el país por más de cinco décadas, a la vez que se involucraban activamente en las ambiciones imperiales del Comandante en Jefe, deben ser retribuidos, así que han decidido disfrutar de las ventajas  materiales que se derivan  del poder.

La nueva clase cubana tal como describiera lo que ocurrió en su país  el yugoslavo Milovan Djila, a fin de cuentas solo ha servido para sustituir a las clases dirigentes desplazadas, pero sin la capacidad de crear riquezas que aquellas tenían.

La nomenclatura que impuso o se incorporó al totalitarismo  gusta en el presente de una vida confortable, casas, autos y en particular viajar al extranjero, pero como es lógico también están muy interesados en que sus hijos y nietos puedan cursar altos estudios, o al menos disfrutar de lo que ellos construyeron encarcelando, matando, y conculcando los derechos más elementales a los ciudadanos que no se plegaron al pensamiento y a la autoridad del nuevo orden que se impuso en la isla en enero de 1959.  

Muchos de los hijos y nietos de estos generales y doctores  residen en el extranjero disfrutando de los bienes que sus parientes adquirieron gracias a su obediencia y aportes a la dictadura. Otros estudian en universidades de países capitalistas o simplemente viajan sin restricciones de ninguna clase.

No faltan los que trabajan en corporaciones extranjeras radicadas en la isla. Buenos salarios, mejores relaciones y un futuro independiente de la política, pero consecuencia de esta.

También están los que con espíritu emprendedor han montado negocios propios, lo que obliga a preguntarse de dónde sacaron los bienes para poder tener independencia económica, sin dudas que puede ser a base de talento y esfuerzos, pero también porque una mano amiga les hizo llegar los dólares necesarios para echar a andar el proyecto que promuevan. 

Por supuesto que  hay hijos y nietos de dirigentes cubanos que enfrentan dificultades como cualquier hijo del vecino, porque no cuentan con la generosidad de sus padres o parientes, ya que tuvieron el coraje de condenar el régimen de oprobio que sus familiares ayudaron a construir. 

La corporación  Gobierno de Cuba, Ltd. está presidida por Raúl Castro, y su junta de accionistas la integran generales, dirigentes del partido y doctores, todos muy celosos de sus prerrogativas por lo que están listos para impedir cualquier ajuste que le reste equilibrio al entramado que les garantiza poder, riquezas e impunidad.

Es razonable suponer que si bien Raúl Castro exterioriza la mayor autoridad, nunca podrá gobernar al estilo de su hermano,  y deberá conciliar sus intereses y criterios a los del resto de su directorio,  quienes por lógica política no favorecerán un cambio radical que puede afectar las prerrogativas de que disfrutan.

A pesar de la importancia e influencia de cada integrante del entramado principal, no se puede obviar que hasta el momento Raúl tiene la llave de los truenos.

A falta de su hermano es el único con capacidad para mantener la casa en orden y por eso es de suponer que sus asociados, más que ningún otro sector en la sociedad, han trabajar a favor de un proceso de ajustes lentos, sin traumas, que permita la emergencia de nuevos líderes suficientemente comprometidos con el pasado, para que no inicien un proceso de cambio que se sabe cómo empieza pero no como termina.

En la memoria colectiva de la nomenclatura castrista está presente el proceso que condujo a la extinción de la Unión Soviética por lo que no están dispuestos a permitir que afloren contradicciones internas y conflictos entre poderes que pongan en riesgos sus respectivas sinecuras.

Todos están consciente que el modelo ideológico y político sobre el que decían gobernar ha fracasado, pero también tienen pleno conocimiento de que para que el régimen sobreviva sigue siendo necesario que un individuo, solo un individuo, como en la era de Fidel, ostente el verdadero poder.
 

De la guerrilla urbana a la Presidencia

                                                                                                         
                                  Pedro Corzo
Sin duda alguna la vida tiene sorpresas, y eso lo confirma la vida y gestión presidencial de José Mujica en Uruguay.

Los que vivimos los duros años sesenta y setenta recordamos los Tupamaros, como la guerrilla urbana más violenta y sangrienta de todas las que operaron en América Latina, y el presidente Mujica fue unos de los líderes de una entidad que no dudó en matar, por alcanzar el poder.

Si un país en el hemisferio no necesitaba de la violencia para resolver sus problemas era Uruguay. No es que fuera una sociedad perfecta y lo suficientemente justa para no demandar profundas reformas, pero existían los ingredientes sociales y políticos para producir los progresos que demandaba la sociedad nacional sin tener que llegar a la violencia.

De hecho en el país no había tenido lugar una sublevación armada desde los tiempos de Aparicio Saravia, de ahí que la violencia de los Tupamaros, respondiera perfectamente al foquismo guevarista, de que una vanguardia consciente y organizada sería capaz de producir acciones que facilitarían una espiral de violencia revolucionaria y represiva, en la que al final la acción del pueblo impondría la voluntad de los insurgentes.

La subversión castrista nutrió de recursos a los Tupamaros. Fue su santuario, envió sus agentes a ese país y estuvo involucrada  en la muerte del funcionario estadounidense, Dan Mitrione.

Cuando José Mujica asumió la presidencia de Uruguay hubo una alarma racional, a pesar de que en los últimos años su quehacer político en alguna medida restaba aristas a su pasado extremista.

Mujica fue uno de esos hombres mujeres que cargados de ideales, aunque la mayoría eran antisociales y oportunistas, quisieron apresurar los procesos sociales para imponer una utopía que en su búsqueda, les deshumanizaba tanto o más, que a sus propios represores. Los crímenes de los Tupamaros fueron muchos. Su violencia indiscriminada favoreció el establecimiento de una cruenta dictadura.

Fue un proceso duro que le costó al país, muchas muertes y devastación, a Mujica a 14 años de prisión. Salió de la cárcel cuando en el país se restableció la democracia, pero aparentemente junto con sus años de cárcel se quedaron las ideas de que la violencia era el medio más efectivo para alcanzar el poder y asumió que la vía más honorable y justa era aquella en la que el pueblo podía elegir libremente a sus gobernantes.

Todo parece indicar que también dejó atrás el iluminismo, ese voluntarismo mágico que caracteriza a muchos líderes del hemisferio que creen que con solo desear los cambios, los vientos y las mareas están bajo su control.
Mujica es mejor exponente de la que la vida transforma cuando el individuo está dispuesto a aprender de sus errores y se crece respetando a las opiniones y valores de los otros.

El presidente Mujica mantiene sus inclinaciones ideológicas. Está más próximo del socialismo del Siglo XXI, de gobernantes del corte de Evo Morales, Rafael Correa o el difunto Hugo Chávez. No esperemos que ataque la dictadura de los hermanos Castro ni que se vuelva un demócrata liberal, pero aparentemente se ha percatado que solo la libertad garantiza el progreso y  hasta el momento ha respetado la libertad y los derechos ciudadanos.

La confirmación de su madurez política se evidencia cuando en la Plaza de la Independencia, marzo, 2010, durante su primer discurso como presidente, dijo que reivindicaba la institucionalidad e hizo un llamado a su defensa y expresó: “No dirán que no soy una criatura domesticada. Pero amigos, estas formalidades que dan garantías, podrán ser aburridas, pero son una necesidad institucional que hay que defender”.

Relativamente próximo el final de su mandato  no hay signo que permitan avizorar que Uruguay corre el riesgo que sus autoridades promuevan una ruptura de la institucionalidad. No hay gesto que indique que el estado de derecho está en peligro.

La gestión de gobierno de José Mujica permite apreciar que no se encuentra entre los iluminados, esos que no cesan de generar conflictos internos para pescar y aplastar los derechos de sus ciudadanos.

Una excelente manera para conocer los problemas  internos que enfrenta un país es el tipo de liderazgo que práctica su clase dirigente y los titulares que conquista en los medios informativos y Mujica es sin dudas un hombre modesto en sus gustos y gastos, bien distante de la ostentación de muchos de sus pares.

Aparentemente el Presidente dejó bien atrás la idea de que el mundo lo podía moldear a su antojo un grupo de iluminados inspirados en el mesías de turno.


Todo parece indicar que la violencia y la ingeniería social forzada  Tupamara quedó en el pasado y que los líderes políticos uruguayos no quieren experimentar con formas políticas que les alejen de una verdadera democracia.

Evo Morales y el secuestro de un senador

 Pedro Corzo
Evo Morales, se ha sumado a la larga lista de déspotas del hemisferio que niegan el salvoconducto a los asilados para que puedan abandonar el país, situación que convierte al internado en un rehén del gobierno.

El senador opositor Roger Pinto cumplió un año secuestrado en la embajada brasileña porque el gobierno de su país no le concede el salvoconducto necesario para salir del país.

La oposición boliviana acusó al canciller brasileño Antonio Patriota de la situación que enfrenta el senador.

Numerosos analistas consideran que el gobierno de Brasil no ha ejercido la presión necesaria para que La Paz conceda el salvoconducto a Pinto, lo que testimonia que la mutua protección, el silencio cómplice o un dejar hacer, siguen siendo una práctica regular entre los gobiernos de nuestro continente.

Los mandatarios latinoamericanos continúan escondiendo la cabeza en la ignominia, los avestruces al menos lo hacen en la tierra,  cuando sus colegas actúan contra los derechos de sus propios ciudadanos.

Son contadas las excepciones en las que un presidente latinoamericano en ejercicio cuestiona o critica a un homólogo. La doble moral, en este caso llamada diplomacia, prima sobre el derecho y el más elemental sentido de justicia, valores que no deberían reconocer fronteras,  alianzas políticas o factores económicos.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff una mujer que fue perseguida por la Junta Militar de Brasil, que debería tener una especial sensibilidad ante estas situaciones, no ha actuado con firmeza en la defensa de un perseguido político, una actitud en cierta medida contraria a la propia constitución brasileña que consagra el derecho de asilo en su artículo cuarto.

El legislador Pinto presentó un recurso de habeas corpus extraterritorial ante el Supremo Tribunal Federal de Brasil para qué el gobierno de Rousseff hiciera prevalecer el asilo político que le concedió en mayo del pasado año.

Por su parte el senador brasileño Álvaro Días denunció a Bolivia  ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos reclamando garantías para que el senador asilado, quien solo puede recibir visitas de familiares muy allegados, abogados y su médico, pueda salir del país hacia Brasil.

Días, en su declaración destaca la criminalización de la justicia en Bolivia y su dependencia del poder ejecutivo, una práctica regular en todos los países del denominado Socialismo del Siglo XXI.

También acusa entre otros al presidente Evo Morales y al vicepresidente, Álvaro García Linera por la situación que sufre el senador Pinto, que en su momento denunció el nepotismo del gobierno, la posible participación de entidades oficiales en el narcotráfico, la brutalidad policial y el control que ejerce el ejecutivo sobre el poder judicial.

El senador Días imputó al gobierno boliviano de haber arrestado a 12 aficionados del equipo brasileño de futbol Corinthians en represalia por el asilo que Brasil concedió al senador.

Los 12 fanáticos del  equipo brasileño se encuentran detenidos en Oruro, Bolivia, por su presunta participación en la muerte del adolescente Kevin Beltrán Espada, de 14 años, alcanzado por una bengala que le causó la muerte, a pesar de que otro fanático del equipo se declaró culpable del incidente.

Varios legisladores brasileños han manifestado preocupación e interés en la situación de sus compatriotas presos en Bolivia y los cancilleres de La Paz y Brasilia, reunidos en Cochabamba, acordaron conformar una comisión binacional encargada de buscar solución al caso Pinto, sin embargo el canciller boliviano David Choquehuanca ratificó la postura del gobierno de su país, y dijo que no era viable conceder el salvoconducto al opositor.

A su vez el presidente Morales dijo que el proceso está en los tribunales y que estos son independientes, agregó que el caso no ha afectado "para nada" a las relaciones con Brasil que, según afirmó son "muy fluidas".

La confabulación entre gobiernos es una realidad. Recordemos la estrecha colaboración  entre la dictadura militar argentina con el totalitarismo castrista en las reuniones de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra.

Las dos dictaduras se coludieron  para evitar ser condenadas por las tropelías que la una y otra cometían contras sus respectivos pueblos. Dos regímenes de políticas e ideologías absolutamente antagónicas fueron capaces de prestarse apoyo mutuo para lograr sobrevivir.

Para algunos gobernante es importante pasar por alto los abusos y errores de sus colegas, ya que esperan que sus homólogos tengan igual nivel de compresión, si ellos se vieran precisado a actuar fuera del marco de los derechos ciudadanos, un oportunismo que viene afectando los cimientos de la solidaridad hemisférica, y en consecuencia la credibilidad de los políticos y la confianza de los ciudadanos en la democracia.

mayo 25, 2013

De espías y terroristas

                                        Pedro Corzo                                              
Hace unos días la prestigiosa periodista Bernadette Pardo preguntaba qué podía motivar a una persona educada en Estados Unidos a realizar acciones terroristas contra este país,  un cuestionamiento muy válido qué también se puede aplicar a individuos que formado en esta sociedad espían en contra de ella y a favor de un gobierno que reprime y violenta los derechos de todos sus ciudadanos.
Bien se ha dicho que cada ser humano es un mundo, pero  lamentablemente el universo particular de un antisocial  como los hermanos Tsarnaev  o el del mayor Nidal Malik Hassan, quien asesinó a 13 personas en Fort Hood, Texas, en el 2009, como los de los espías Ana Belén Montes, Marta Rita Velázquez y René González  por solo citar unos pocos ejemplos, hacen suponer que enfrentaron procesos mentales que les condujeron a buscar la destrucción de la sociedad que les acogió.
El caso de los hermanos Tsarnaev, no son los únicos terroristas con formación estadounidense que han actuado en contra de su país, es muy particular, porque integraban una familia que recibió ayuda desde que arribaron a Estados Unidos,  inclusive Dzhojar estudiaba en la Universidad de Massachuset.
Los hermanos Tsarnaev no responden al estereotipo del refugiado que vive en la miseria y la opresión  y que recurre al terrorismo para denunciar la vida miserable de sus pares o los abusos padecidos por la violencia de tropas extranjeras en territorios ocupados, ellos no contaban con esos factores para intentar justificar la violencia que practicaron contra un país que les acogió generosamente.  
Por supuestos que entre los terroristas hay que distinguir aquellos que están dispuestos a morir en la encomienda. Por ejemplo, Dzhojar Tsarnaev, se escondió como una rata después de los abominables asesinatos en los que participó, pero el referido mayor Hassan cometió sus crímenes en una base militar,  algo que hacia improbable que sobreviviera,
La pregunta de Pardo en el caso de los terroristas islámicos quizás tenga respuestas en la conversión de los individuos al extremismo religioso que en personas resentidas puede ser el catalizador que les mute de sujetos gentiles, vecinos afables y amigos cariñosos,  en asesinos despiadados insensibles ante el dolor que causan.
Las motivaciones del terrorista difieren de las del espías. El terrorista, en particular el suicida, es un iluminado, un enajenado que solo tiene como meta cumplir la misión que le asignan o se autoimpone, por lo regular relacionada con resentimientos ancestrales que pueden transitar por odios étnicos, religiosos y culturales.
Los espías anteriormente mencionados no padecen la enajenación de los terroristas. No son desajustados sociales, ni individuos con problemas de integración a la cultura o sociedad estadounidense, son persona que por dinero u otras motivaciones traicionan la nación a la que pertenecen por nacimiento o elección.
Ana Belén Montes y Marta Rita Velázquez disfrutaron los derechos y libertades que no tienen los ciudadanos de Cuba, país para el que espiaron, y como colofón gustaron de privilegios y oportunidades que no gozan la mayoría de los ciudadanos en este u otro país. Educación universitaria, trabajos con altos salarios y beneficios importantes.
Belén Montes y Velázquez traicionaron el país que les dio todas las oportunidades en beneficio de una dictadura, condición que conocía mucho mejor que ellas René González, que aunque nació en Estados Unidos, creció y se educó en Cuba, lo que le permitió apreciar la realidad de la isla, que no es precisamente a la que tuvieron acceso la espía convicta y la fugitiva, cuando visitaron el régimen del país al cual informaban 
La afirmación del gobierno cubano de que solo espiaba a los exiliados queda una vez más desmentida con el caso Velázquez,  acusada de conspirar con otros para trasmitir al gobierno de Cuba y a sus agentes, documentos e información relacionada con la defensa nacional de Estados Unidos.
Pero independiente a que la dictadura viola los derechos de sus ciudadanos y sea una amenaza por su naturaleza agresiva a la democracia en cualquier país, queda la pregunta de por qué personas que han conocido la libertad conspiran a favor de los esclavistas.
Que procesos ocurren en las mentes de personas como Belén Montes,  Rita Velázquez, Walter y Gwendolyn  Myer y  René González, solo por mencionar unos pocos, que conocieron la libertad y defienden la sumisión. Dinero, adicción al peligro, ideología, miedo por cualquier motivo.
Es más fácil comprender el fanatismo asesino de un terrorista y al mercenario que vende sus servicios,  que la estupidez de quien defiende una dictadura de 54 años en la que miles de personas han sido fusiladas, cientos de miles han pasado por las cárceles y cerca de dos millones se encuentran exiliada. Una economía en ruina,  un pueblo que vive en la miseria y en plena decadencia de sus valores más trascendentes.

Venezuela. Faro u oscuridad.

                             Pedro Corzo                                                                            
Hugo Chávez cometió numerosos errores, pero creó una clase política y económica que sin dudas estaría eternamente agradecida a su memoria sino hubiera seleccionado a Nicolás Maduro como su heredero.

Maduro es un desastre en toda la extensión de la palabra. Como presidente encargado incurrió en más pifias que  Chávez  en sus trece años de desgobierno que es mucho decir; pero como candidato su conducta fue deplorable. Sus declaraciones, propuestas y conducta,  fueron un compendio de payasadas que es de esperar hayan avergonzado a sus propios partidarios.

En consecuencia sus rivales y adversarios en el estado mayor del chavismo, deben estar haciendo una excelente cosecha de sus errores y preparando estrategias que les posibiliten desplazarlo en cuanto les sea oportuno. Tarea a cumplir cuando la sobrevivencia del incomprensible Socialismo del Siglo XXI no esté en peligro.

Por supuesto que el qué presumimos más importante adversario de Maduro, Diosdado Cabello no quedo atrás. El despotismo y abuso de poder del que hizo gala en la Asamblea Nacional, dejó apreciar a los más crédulos que el oficialismo, sin importar tendencias, no respeta para nada los valores democráticos ni las diferencias en las ideas.

Se vislumbra una lucha de extremos. Un populismo exacerbado que motive las pasiones más bajas entre líderes. Ladrar alto, fuerte y morder con furia, son fundamentales para comandar una oligarquía política económica que no quiere perder los privilegios adquirido a base de engañar y manipular a los que están a favor de una sociedad mas justa.

También se pudo valorar, como pocas veces en el pasado, el control que ejerce el ejecutivo sobre los poderes públicos. La conducta de las presidentas del Consejo Nacional Electoral como la del Tribunal Supremo de Justicia fue para favorecer únicamente al oficialismo, pero como la voluntad popular se hizo sentir, las esferas más altas del oficialismo debieron aceptar una auditoría que en principio rechazaron.

Maduro aceptó de mala gana un conteo que de resultar a su favor le otorgará la legitimidad que necesita para gobernar un país profundamente escindido.

Es de suponer que sus aliados extranjeros le forzaron a aceptarla y se aprecia por declaraciones del presidente de Chile, Sebastián Piñera, que un número importante de los gobiernos que integran UNASUR, a pesar de que simpatizan con el chavismo, estuvieron a favor de la auditoria,  pero sin dejar de reconocer en Maduro el nuevo presidente de Venezuela, algo así como estar conscientes de que no habrá revocación.

Una muestra de la doble moral que ejemplifica la decadencia de valores de nuestro continente.

Maduro no ha dejado de ser procaz y agresivo, aun después de aceptar la auditoria, una actitud contraria a los  interés de un proyecto político que pretende imponerse en un país que esta dividido como nunca antes en su historia. Sus groserías y vulgaridades es de esperar vayan en aumento. Su plan es imitar a Chávez en todo y considera que para lograrlo, es primordial la procacidad en el trato y el lenguaje.

Por supuesto que la división de la nación no es exclusiva responsabilidad del flamante Presidente. Su predecesor fue un generador de tormentas sociales y un odiador de oficio.

Chávez,  fue el primer promotor de la intolerancia y sectarismo que sufre Venezuela. Sus discursos fueron agresivos y descalificadores de cualquier persona o institución que se opusiera a su proyectos y su delfín simplemente actúa en consecuencia.

Fue Hugo Chávez, hay que tener eso presente porque hay quienes pretenden encontrar en el difunto virtudes que le faltan a Maduro, quien con la complicidad de Nicolás,  Cabello y otros muchos, incluyendo un amplio sector de las Fuerzas Armadas, condujo al país a niveles de corrupción, crispación social, inseguridad pública y una debacle económica que no tienen precedentes en el país.

Por otra parte  numerosos estudiosos de la situación venezolana opinan que si  Nicolás Maduro ocupa en este momento la primera magistratura del país no es exclusivamente por consecuencia del fraude ni de los abusos de poder - porque no hay dudas que cualquier candidato oficialista habría ganado gracias al control que sobre los poderes del estado ejerce el ejecutivo- sino porque los Castro lo impusieron, ya que era el único partidario del caudillo muerto que podía garantizar la continuidad de los cuantiosos subsidios de Venezuela a la isla.

El futuro de Venezuela está en juego, pero también el del resto del continente. La democracia es lo único que garantiza libertad y justicia y en consecuencia, progreso económico.

Es necesaria la unidad de la oposición nacional y la solidaridad internacional, si en el siglo XIX, Simón Bolívar fue el más importante promotor de la soberanía de nuestras naciones, en el XXI se debate en la tierra del Libertador, si el modelo político de Fidel Castro, remozado por Hugo Chávez, puede aplastar nuestros derechos ciudadanos, la soberanía de cada uno de nosotros sobre nuestros actos. 
                                                                                   

La Transición Castrista

                            Pedro Corzo                                                     
Sin dudas que el proceso de Sucesión en Cuba ha culminado exitosamente para el régimen y en consecuencia los Castro, los amos del juego,  han determinado que es mandatorio iniciar un proceso de transición que les garantice a ellos y a toda la nomenclatura, la impunidad de sus crímenes y la conservación de las riquezas adquiridas.
La transición que procuran no está orientada a cambios políticos o ideológicos en el liderazgo del país, por lo que no es de esperar que conduzca al establecimiento de un gobierno democrático y respetuoso de los derechos humanos.
No hay semejanza con lo que ocurrió en España o bajo las dictaduras militares latinoamericanas de los ochenta, porque  el propio Raúl Castro, la máxima representación del antiguo régimen, se ha auto conferido cinco años más de gobierno, tiempo suficiente para atar, al menos por unos años más, a los herederos designados,  que inexorablemente se irán distanciando de las ideas y postulados de los mentores que los condujeron al gobierno.
La gerontocracia cubana intenta realizarse una cura en salud. Están conscientes que la biología se impone y desde hace cierto tiempo aspiran a blindarse dejando en el poder a dirigentes jóvenes en edad, pero caducos en pensamiento como sus mentores, aunque en realidad la práctica ha demostrado  que los elegidos eran genuinos representantes de la obra más acabada del régimen, “individuos con doble moral”.
La decisión en la última reunión de la ilegítima Asamblea Nacional de Cuba de designar un segundo jefe de gobierno muchos más joven que la cúpula en el poder, es una estrategia que está prevista desde hace cierto tiempo, porque desde hace muchos años los Castro vienen situando en lugares claves a potenciales herederos,  que aunque  inflexibles e intolerantes como sus jefes, ocultaban muy bien sus propias ambiciones y planes en lo que respecta al poder, y en consecuencia como conducir la nación cuando arribaran al poder real.
Hay que tener presente a funcionarios como Felipe Pérez Roque, del qué se dijo era quien mejor interpretaba el pensamiento del Comandante en Jefe.
Pérez Roque, como su par, Roberto Robaina y el más encumbrado Carlos Lage, entre otros defenestrado con anterioridad, llegaron a creerse que habían ascendido a las altas esferas por méritos propios,  que tenían autoridad para tomar decisiones,  hacer propuestas y pensar con independencia, ilusión que pagaron con creces.
La realidad es que la ingeniería social del castrismo ha sido otro fracaso más entre los muchos empeños de la dictadura.
La convicción de la nomenclatura  de que las nuevas generaciones, en particular los que ocupan posiciones claves en las instituciones del estado  compartan su visión e intereses, ha sido frustrada en numerosas ocasiones sin embargo no tienen otra alternativa que seguir procurando, en el marco del Gobierno y del Partido, encontrar el imprescindible relevo que les garantice en alguna medida la prolongación del proyecto.
En Cuba no se han producido cambios estructurales que permitan avizorar un proceso genuino de transición. El poder continúan en manos de los moncadistas, lo generales y doctores que asumieron la conducción de la República hace más de cinco décadas, siguen controlando de forma absoluta el poder.  
El nombramiento de  Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, como primer vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministro reviste importancia, pero la designación por sí misma no permite pensar que el país se orienta a un cambio genuino,  porque la posición que ha pasado a ocupar es por su lealtad al Proyecto, no porque haya mostrado disposición a cambiar la situación del país.
Por otra parte el poder en Cuba esta centralizado en el Partido Comunista, una corporación mafiosa más que ideológica-política,  que según la constitución "es la vanguardia organizada de la nación cubana", y en consecuencia la institución que determina el curso del gobierno y el estado, aunque en realidad las decisiones fundamentales  no la toma el pleno de los lideres de esa institución, sino un pequeño círculo de altos dirigentes, en particular los que integran el Buro Político.
Hay que tener presente que Fidel Castro dejó la jefatura de gobierno antes de renunciar a la dirección del Partido y que  el segundo secretario del Partido continua siendo José Ramón Machado Ventura.
Diaz-Canel es un alto funcionario gubernamental como lo fue Carlos Lage, pero su eventual acceso, sino se produce un imponderable a las primeras posiciones del país, solo puede ocurrir si junto al cargo gubernamental va escalando posiciones claves en el Buro Político del PCC al que pertenece.

Al menos en lo que al Poder respecta Raúl Castro ha copiado el modelo chino. Desde la década del 90 en el país asiático el liderazgo del Partido y del Gobierno, ambos bien atados, se relevan cada diez años como ha determinado para Cuba el Sucesor en Jefe.