Pedro
Corzo
El exilio cubano ha sido pródigo
en personas que día a día testimonian su compromiso con la democracia en su
país y uno de los que más y mejor ilustraran en el futuro esa obligación fue el
historiador Enrique Ros.
Su intenso trabajo investigativo
y la dedicación en la recopilación y redacción del material obtenido, lo
convirtieron desde el punto de vista de muchos conocedores de la realidad
cubana, en el historiador más prolijo y fecundo del exilio.
Fue el primero en darse cuenta
que era necesario establecer una coordinación histórica de todo el proceso de
lucha contra la dictadura. Sus libros recogen diferentes etapas de la causa
democrática cubana, pero también demuestran ampliamente la estrecha relación
entre cada una de ellas y en que medida el proceso se internacionalizó.
Por otra parte tuvo la visión de
ahondar aspectos de la historia de la Cuba pre revolucionaria, que adolecían de
falta de información. Sus libros sobre Vicente García y Fidel Castro y el Gatillo
Alegre, por solo citar dos, reflejan la seriedad de su trabajo y la profundidad
con la que abordaba cada tema.
Ros está entre los pioneros en la
desmitificación de Ernesto Guevara.
Con su trabajo sembró lo que las
futuras generaciones de cubanos cosecharan, el resultado de una intensa investigación que le
permitió escribir libros que ilustraran a todo aquel que quiera conocer como
fueron los duros años de enfrentamiento a la dictadura, pero también la medida
en la que numerosos isleños se labraron en pocos años, un espacio propio en la
sociedad mas rica y competitiva del mundo, Estados Unidos.
El investigador que con mayor
calado ha trabajado en la
influencia de los cubanos americanos en la política de Estados Unidos,
enfatizando en los que han servido a esta nación como políticos electos, ha sido
Enrique.
Por otra parte hay que destacar
que Enrique Ros llegó a la investigación histórica después de haber contribuido
al pasado que ayudó a compilar. No se aisló para crear. Fue un hombre activo
social y políticamente, también era un amigo excepcional que predicaba con la
bondad y comprendía y aceptaba los errores y defectos de los demás.
Son contados los historiadores
que compartieron con los protagonistas de los acontecimientos que años mas
tarde compilara. Vivió intensamente la destrucción de la democracia en Cuba y
nunca dudó asumir su responsabilidad como ciudadano, aunque eso implicara
numerosos riesgos y peligros.
Ross fue de los pioneros en la
lucha contra la dictadura de los hermanos Castro. Dirigió el Movimiento
Demócrata Cristiano en la isla junto a José Ignacio Rasco y Jesús Angulo, entre
otros.
Posteriormente fue el primer
coordinador del Frente Revolucionario Democrático dentro de la isla, Rogelio González Corzo. Mientras
Ros, ocupó esa posición dirigió numerosas actividades conspirativas que tenían
como objetivo el derrocamiento de la dictadura.
Partió al exilio cuando continuar
la lucha en la isla le fue imposible, pero en el exterior siguió honrando su
compromiso.
En los días previos a la
expedición de la Brigada 2506 participo en una expedición a Cuba que se
malogró. Nunca dejo de luchar y cuando las alternativas de confrontación a la
dictadura castrista fueron cambiando, asumió el liderazgo de un frente
fundamental para el futuro como se ha apuntado: Recoger los hechos,
organizarlos y darle a todo interesado la oportunidad de conocer el pasado para
evitar cometer los mismos errores en el futuro.
Pero hay un aspecto en la fecunda
vida de Enrique Ros que merece una connotación especial y fue que con su
ejemplo y dedicación formó a su hija Ileana Ros-Lethinen, la primera cubana y
primera mujer hispana que llegó a la Cámara de Representante de Estados Unidos.
La
congresista con orgullo reconoció que su padre, había
sido desde del inicio de su carrera el director de su campaña política, y es
que Enrique era un hombre con un talento excepcional para llegar a las
personas, ganarse el cariño y la confianza de todos los que conocían,
condiciones que retribuía con una amistad incondicional y profundo respeto sin
importar procedencia social
o tolda política.
Enrique
Ros honraba con su amistad. Nunca dudó en ayudar a todos los que querían
incursionar en la historia de Cuba. Sus consejos eran sabios y justos y por ese motivo para todos los que le
conocimos será por siempre un hijo inolvidable del pueblo cubano.
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