febrero 16, 2014

La Oposición ante el Socialismo del Siglo XXI

Pedro Corzo
La oposición venezolana enfrenta un reto muy difícil, porque oponerse a un gobierno, sin importar sus características es harto complicado, porque los que detentan el poder cuentan con los numerosos recursos del estado para defenderse de los actos de quienes quieren sacarlos del gobierno. 

Por otra parte sin excluir la importancia de los electores que respaldan la autoridad vigente, siempre hay un núcleo duro que por su proximidad al gobierno está comprometido en su defensa, porque ese status quo representa sus valores o intereses, factores que con mucha frecuencia  afectan negativamente a la nación y como secuela a la población, incluyendo los electores antes mencionados.

En consecuencia enfrentar un régimen despótico con respaldo popular y amparado en una seudolegalidad,  es infinitamente más complicado, porque las acciones legales en contra de la autocracia pueden dejar de serlo y el opositor, por voluntad del gobierno, se convierte  en un transgresor de la ley que termina en prisión, lo que a fin de cuentas favorece al gobierno.

Venezuela fue el primer país del hemisferio en el que  se impuso a través del voto un régimen que usando recursos legales, modificó las leyes e instituciones del país para exclusivo beneficio del ejecutivo.

Las propuestas contaron con respaldo popular y con un notable apoyo en la clase dirigente, empresarios, intelectuales y profesionales, porque atacaban problemas reales del país que muchos ciudadanos deseaban resolver.

Hubo ciudadanos que disintieron, que se percataron de los objetivos reales del nuevo brujo, pero su prédica no fue escuchada y el país apoyo una nueva carta magna que daba oportunidad a una especie de refundación de la nación al tener que elegir nuevos poderes públicos sobre igualmente nuevos paradigmas legales.

La muerte de Hugo Chávez no afectó el fortalecimiento del régimen, porque aunque está enfrentando graves problemas, no es consecuencia de una labor efectiva de parte de la oposición, sino por la ineficiencia y la corrupción existente en la clase dirigente del gobierno.


El sucesor de Chávez , Nicolás Maduro, un hombre con menos talento que su predecesor y con mucho menos arraigo popular ha logrado mantener la unidad de todas las facciones que sustentan su gobierno, y como colofón, los esfuerzos de la oposición de restarle legitimidad a su mandato han fracasado porque su imagen como gobernante legal de Venezuela se ha consolidado ante gobiernos extranjeros y  entre sectores de la oposición que hasta hace muy poco lo acusaban de haber atropellado el estado de derecho al asumir la primera magistratura del país.

Por todo lo antes expuesto la oposición venezolana está a la vanguardia en la lucha contra el Socialismo del Siglo XXI, porque no hay experiencias previas, al menos en América Latina, de cómo combatir una dictadura de terciopelo que está ahogando  a la ciudadanía.

El régimen cubano es una dictadura sin matices, pero el  de Venezuela aparenta que los ciudadanos pueden disentir, protestar y manifestarse como lo estime conveniente en el marco legal existente,  pero lo que sucede es que las posibilidades de protestar se reducen hasta desaparecer porque las fuerzas represivas amparadas en un poder judicial sometido al ejecutivo, actúan en base a lo que la autoridad superior les dicte sin violar la legitimidad que el gobierno se auto concede.


Sin dudas son los venezolanos los que marcaran pautas en cómo enfrentar el despotismo electoral, por lo que de hecho el país se ha convertido en un campo experimental en la lucha legal y no violenta contra el Socialismo del Siglo XXI.

Los sectores de la oposición entre los que subyacen diferentes puntos de vistas políticos y en consecuencia intereses distinto, están obligados a concertar proyectos y actuaciones que no permitan al gobierno su ilegalización, pero tampoco puede hacer concesiones que la desdibujen y los lleve a perder su identidad.
Lo peor que podría pasar con el tipo de oposición que se está practicando en Venezuela, transparente y legal, es que sus líderes pierdan la confianza de la población, que los electores que se oponen al régimen, pierdan las esperanzas y desistan de participar en la reivindicación de sus derechos conculcados.

La diversidad en la unidad es imprescindible. La lucha no violenta implica usar las leyes para la demanda de los derechos.  Recurrir a los derechos que otorga la constitución nacional en lo que atañe a actuar contra el gobierno sin violentar el estado, es una prerrogativa que implica riesgos, que los lideres deben estar dispuestos a correr.


Si la oposición venezolana logra instrumentar una estrategia exitosa contra el despotismo que reina en su país, será un precedente valido que puede servir con las variantes del caso, a los sectores que en otras naciones enfrenten dentro los márgenes legales el Socialismo del Siglo XXI.

febrero 15, 2014

Celac. Concilio de la infamia

“Hombres que sabrán luchar, pueblos que podrán vencer
 unidos por la verdad, por el amor y el deber” Obelleiro Carvajal


Pedro Corzo
Hace décadas en las escuelas cubanas los niños y jóvenes interpretaban con mucho fervor el himno América Inmortal, en el que se hablaba de un continente con un fuerte compromiso con la libertad, y de ciudadanos con un profundo sentido de solidaridad y hermandad que trascendía fronteras.

Es difícil conocer cuánto se extendió ese cántico, o si en otros países se compusieron piezas similares con igual mensaje, pero la realidad es que las certidumbres que el compositor cubano Carvajal expresaba en su composición, han sido desde siempre desmentida por la conducta de la mayoría de la clase dirigente latinoamericana y en particular por sus políticos.

Un hito en ese desmentido ha ocurrido en La Habana,  porque aunque la  presencia de líderes políticos latinoamericanos  elegidos democráticamente en la capital cubana nos irrite, es en realidad una situación que no debe causar sorpresas, porque salvo contadas excepciones, los políticos del hemisferio han convivido con las dictaduras que han regido en el continente y han sido particularmente obsequiosos y complacientes con el totalitarismo castrista.

No es que los mandatarios latinoamericanos estén obligados a sacarle las castañas del fuego a los demócratas cubanos, pero la falta de decoro de la clase política latinoamericana hacia Cuba es ejemplo de ignominia y  desidia porque ese tipo de conducta ante una dictadura,  redunda en el relajamiento de la defensa de los valores democráticos en los ciudadanos del propio país del gobernante que acepta sin reparos, compartir con dictadores que reprimen y ejecutan si lo consideran conveniente.

Expresiones como la del ex mandatario brasileños Lula da Silva, en relación al preso político muerto en huelga de hambre, Orlando Zapata Tamayo o el almuerzo de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández  con Fidel Castro, cuando estaban acosando y encarcelando a las Damas de Blanco y otros opositores en La Habana, son actos vergonzosos que muestran afición hacia los verdugos y no por las víctimas.

La cobardía de la clase política latinoamericana ante el castrismo trasciende ideologías y compromisos.

Las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno aprobó en 1996 la Declaración de Viña del Mar en la que se reafirmaba el compromiso con la democracia, el pluralismo político, el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos, conociendo todos los firmantes que ninguna de esas condiciones eran respetadas en Cuba.

Cinco años más tarde, 2001, en Lima,  Perú, se firmó la Carta Democrática Interamericana bajo la dirección de la Organización de Estados Americanos. 

La Carta resalta el compromiso de los gobiernos del hemisferio con la democracia, el respeto a la dignidad humana y la conservación de la institucionalidad democrática y señala que una situación que afecte gravemente el orden democrático en un estado miembro, es un obstáculo insuperable para la participación de ese gobierno en las diferentes instituciones de la OEA.


No obstante, a pesar de tales declaraciones, dos a falta de una, en La Habana, participando en la Cumbre de la Celac, se encuentran representados todos los gobiernos del continente, y el inefable José Miguel Insulza, que en su condición de secretario general de la OEA, hizo que las sanciones del organismo contra el régimen cubano fueran suspendidas.

Una vez más se ha demostrado que en la agenda de los gobiernos de América Latina no están reseñados compromisos con la democracia y menos aún solidaridad con los perseguidos, porque mientras los Presidentes comparten escenario con el opresor,  los activistas pro democracia de Cuba son encarcelados y acosados por la policía política.

Es una realidad que la primera obligación de un gobernante es defender los intereses del país que representa, pero a partir del momento en que acepta compartir un foro con proyecciones integracionista, establece un compromiso, al menos moral, de trabajar y asistir a quienes no disfrutan plenamente de sus derechos.

Los gobernantes latinoamericanos siguen actuando en contra de sus propios intereses y de los países que representan.  Convienen alianzas sin entrar a considerar que están negociando con individuos que odian el sistema que ellos personifican, y en consecuencia pueden convertirse en objetivo de sus eventuales aliados.

La solidaridad y la convicción de un destino común de libertad y democracia entre los pueblo del hemisferio es un cuento de caminos que se confirma cada vez que gobernantes electos democráticamente se pliegan a la voluntad de caudillos, que a la vez que aspiran a perpetuarse en el poder en sus países, procuran exportar el modelo de gobierno que defienden.

La Cumbre del Celac en La Habana es una ignominia más que comparten los gobiernos de América Latina con los Castro.

La castro burguesía

Pedro Corzo
El totalitarismo cubano está inmerso de nuevo en uno de sus periódicos procesos de rectificación que tienen como único objetivo la implementación de legislaciones o decretos que sin afectar la estructura del poder, reduzcan las posibilidades de una ruptura política-social o una confrontación entre las familias que integran la nomenclatura.

El régimen está haciendo todo lo posible por repetir en la economía  los éxitos alcanzados en el proceso de sucesión política en la que Raúl Castro sustituyó sin traumas a Fidel, y para lograrlo, no tiene otra alternativa que permitir la odiada inversión extranjera y el enriquecimiento de individuos que en la medida de lo posible, intentara que sean del círculo de gobierno.

La nomenclatura insular sabe que su generación de relevo,  aunque pueda estar dispuesta a usar la fuerza para defender sus intereses, tiene en muchos aspectos perspectivas diferentes a la de los institutores de, totalitarismo, y uno de esos campos es el de la economía,  porque aunque el futuro liderazgo milite en el Partido de los Castro, están conscientes que las bayonetas son excelentes para reprimir a la población, pero no sirven para manejar la economía.

Los herederos tienen otra formación. Han disfrutado las ventajas de una vida sin restricciones. Estudiado en universidades de prestigio, pero lo más importante, saben que el fracaso de la economía cubana es proporcional al éxito represivo que ha tenido el gobierno y qué como los tiempos de los subsidio internacionales  están llegado a su final, es necesario impulsar reformas económicas que les garanticen perpetuarse en el poder.

Por supuesto que en esa reinvención que incluye leyes y decretos que autorizan actividades económicas normales en cualquier país, incluidos aquellos que se encuentran regidos por dictaduras, no hay disposiciones que reconozcan derechos ciudadanos y menos libertades públicas registradas en la declaración universal de los derechos humanos.

La posibilidad de que los cubanos puedan rentar sus casas o venderlas, la libre compra y venta de autos o facilitar el establecimiento de cooperativas y otras actividades económicas, todas las disposiciones siempre incluyen limitaciones, están orientadas en particular a legitimar negocios que poseen individuos vinculados al régimen, porque son los que cuentan con recursos para desarrollar actividades productivas que posibiliten el enriquecimiento.

Por supuesto que estas decisiones también generan espacios que pueden ser usados por  sectores independientes del gobierno como los trabajadores por cuenta propia.

La mayoría de quienes se desempeñan en actividades privadas, sino cuentan con la asistencia del régimen, están en niveles de sobrevivencia, aunque hay quienes con muchos esfuerzos y sacrificios han logrado hacer un pequeño capital y otros que gracias a la ayuda de personas en el exterior, montan negocios productivos que el régimen siempre está listo para eliminar,  como ocurrió con los que vendían ropa confeccionada en el extranjero. 

Otro ejemplo de que paulatinamente el régimen está procurando legitimar las riquezas de sus partidarios previendo un futuro de libertades económicas que está conscientes es inevitables, es la proyectada descentralización de las empresas del estado, una decisión que a su momento convertirá en propietario a los gerentes de las empresas del estado.

La dictadura ha ido desregulando ciertas actividades económicas y generando más espacio para la inversión extranjera, que según parece indicar, se irán profundizando según convenga a los intereses del gobierno.

Tales disposiciones legalizan el enriquecimiento de los jerarcas y sus familiares y no atentan gravemente contra la dependencia del gobierno del resto de la población, lo que permite apreciar que al igual que el desaparecido mandatario venezolano Hugo Chávez aceptó la formación de una clase económica que disfrutaba de una relativa independencia,  la dictadura cubana está promoviendo la legitimación de una especie de castro burguesía que existe hace años, pero que siempre han procurado ocultar.

En Cuba habrá millonarios como los hay en China. La dictadura eliminó el sector productivo cuando accedió al poder porque la independencia económica de los ciudadanos era una amenaza, pero los nuevos ricos no serán un peligro a temer porque sus bienes se originan en  sus compromisos políticos tanto o más que en su capacidad productiva.

Cierto que habrá individuos que acumulen bienes como consecuencia de su trabajo o talento, algo normal en cualquier país a excepción de Cuba, pero la mayoría de las riquezas serán resultados de las posiciones que ocupen los individuos o porque usufructúan  los bienes y recursos económicos que les fueron facilitados  por la autoridad que detentaron sus abuelos, padres o cualquier otro tipo de padrinazgo que en su momento los cubrió con un manto protector.

La represión continua presente y los mecanismos para su ejecución están perfectamente engrasados, así que solo serán engañados por los reajustes del castrismo aquellos que quieran serlo