Pedro Corzo
El supuesto
propósito de la nomenclatura castrista de establecer en Cuba una sociedad justa
y próspera resultó en un rotundo fracaso, porque el régimen violentó de forma
permanente y sistemática los derechos de los ciudadanos y asumió el control
absoluto de los bienes de la nación.
Aun mas, a pesar de las cuantiosas ayudas económicas
recibidas de varios países, en particular de la Unión Soviética y Venezuela,
fue incapaz de construir una sociedad en la que el ciudadano disfrutara de
mejores condiciones de vida.
Sin embargo a pesar del poder que detenta hace más
de cinco décadas, la nomenclatura está consciente desde hace varios años que el
proyecto fracasó y que para conservar el control tienen que efectuar
movimientos que encajen perfectamente entre los intereses de la clase dirigente;
y es en ese aspecto en el que algunas recetas del Socialismo del Siglo
XXI pueden servir al régimen, por lo que pudiera decirse que el totalitarismo Cubano se está reinventado.
La estructura superior del Poder se subvirtió a si misma
modificando algunos de los factores que caracterizan el totalitarismo
castrista, fundamentado en la figura dominante de Fidel Castro y en un control
absoluto de la economía, de otros gobiernos identificados con el llamado
"Socialismo Real".
El
Socialismo del Siglo XXI parece ser útil para el proceso de sucesión que
se inició en el 2006 y que aparentemente llegó a su final este año cuando Raúl
Castro declaró que este sería su último periodo de gobierno.
Al parecer los Castro han determinado que es
mandatorio iniciar un proceso de transición que garantice a la nomenclatura la
impunidad de sus acciones y la conservación de las riquezas adquiridas.
Por
otra parte el poder en Cuba está centralizado en el Partido Comunista, una
corporación mafiosa, más que ideológica o política. En realidad las decisiones
fundamentales las determina un pequeño círculo de altos dirigentes,
primordialmente los que integran el Buró Político.
La
transición que procuran, no está orientada a cambios en la concepción del poder
ni en la forma que se eligen a los gobernantes. Falta ver si incorporaran la
pluralidad política, condición que permite el Socialismo del Siglo XXI, situación posible si se tiene
en cuenta que el régimen tiene el control de las instituciones del
estado.
El
crítico balance de la realidad cubana quizás determine que la clase dirigente
mezcle el modelo castrista y el SSXXI, porque evidentemente se retroalimentan. Muchos de sus aspectos encajan
perfectamente con los intereses del régimen isleño por lo que es lógico
que la dictadura insular implemente algunos de ellos, en particular,
después que el núcleo fundador del totalitarismo desaparezca.
La
dictadura cubana tiene a su favor que ejerce un control total de la economía y
si el estado redujera ese control, hay una "gerencia",
aproximadamente el 65 por ciento fueron militares de alta graduación, que
asumirían con relativa independencia el manejo de las corporaciones del estado,
lo que transformaría a estos individuos de privilegiados a multimillonarios.
Una
situación similar ocurre con los medios de información y las organizaciones de
la sociedad civil que en el presente son parte de la maquinaria estatal.
Los
líderes de estas entidades y compañías se transformarían en empresarios
independientes o en propietarios de los medios, formándose un entramado
de intereses que viabilizaría la permanencia de la nomenclatura y el
surgimiento de nuevo dirigentes interesados en mantener lo ya
establecido.
La seguridad y privilegios de
las Fuerzas Armadas son esenciales. Un número considerable de miembros del
Comité Central del Partido son militares, porque el régimen cubano es
esencialmente castrense.
Por otra parte en lo que respecta a la dictadura
institucional que caracteriza al SSXXI, el gobierno cubano tiene que efectuar pocos
cambios. En la isla los poderes públicos están supeditados a la voluntad de la
clase regente.
Cierto que en los últimos años
se han producido ajustes económicos y algunas que otras modificaciones de
carácter legal que la propia sociedad demanda, gestiones que tal vez fueron
promovidas por sectores de la clase dirigente identificadas con el tipo de despotismo
que implica el Socialismo del Siglo XXI, pero estas todavía no se aproximan al
modelo antes citado y aun corren el riesgo de ser revertidas.
Hasta el presente las decisiones
se han tomado en base al deterioro del régimen, lo que puede conducir a un
escenario de contradicciones peligrosas, porque mientras el sector emergente
podría intentar profundizar los ajustes económicos y sociales, los
actuales conductores pueden oponerse, lo que haría posible una ruptura y
en consecuencia, el surgimientos de nuevos factores que demanden muchos más
cambios, que los que para la dictadura cubana significaría asumir el modelo del
Socialismo del Siglo XXI.
Excelente analisis.
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