Pedro Corzo
La historia de la Cuba republicana se
caracterizó por la inestabilidad y las ambiciones de poder de grupos
políticos que las más de las veces respondían a designios muy propios, y no a
proyectos en los que el país fuera la prioridad, aunque es justo afirmar que
Cuba no era una excepción en el hemisferio.
Los países del continente en su recorrer
republicano han sufrido severas convulsiones de carácter social y político, y
la mayor de las Antillas era una más entre sus iguales.
El país, al igual que el resto de América,
proyectó mucho de su hacer alrededor de figuras notables que en muchas
ocasiones eran caudillos que confundían sus agendas personales con las
nacionales, como fueron los casos entre otros, de José Miguel Gómez, Mario
García Menocal, Fulgencio Batista, y otros, pero tampoco faltaron a la nación
verdaderos patriotas que hicieron todo lo posible por concretar una sociedad
justa y democrática
Líderes políticos de la oposición y
gobiernos, fueron en ocasiones promotores de intervenciones o mediaciones de
parte de Estados Unidos en la política cubana.
El primer presidente, Don Tomas Estrada Palma propició una intervención de Estados Unidos, otros mandatarios siguieron sus pasos, por lo que es probable que las mediaciones e intervenciones estadounidenses generaran en algunos sectores políticos del pasado y del presente, la placentera convicción de que siempre sería posible recurrir a un factor extranjero para que le sacaran las castañas del fuego.
A pesar de la actitud de ciertos políticos la
mayoría del pueblo cubano era nacionalista, convicción que se acentuó durante
el segundo gobierno de Gerardo Machado, particularmente en el sector
estudiantil, protagonista clave en el fin del mandato del general de la
independencia.
A principios de los años 30, se agudizó la
espiral de violencia que vivía el país y el régimen de Machado, que había
disfrutado del apoyo y simpatías de Washington, empezó a convertirse en un
aliado no deseado para este.
En el mes de marzo de 1933 el
presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, designó a Sumner
Welles, embajador en Cuba y enviado especial, iniciándose la conocida
"Mediación", que fue respaldada por un amplio sector de la oposición,
sin embargo la caída del General inicio en el país un proceso nacionalista sin
precedentes.
Es indiscutible que estas mediaciones e
intervenciones de Estados Unidos crearon en ciertos sectores
políticos una relativa dependencia.
Para estos sectores el apoyo externo
posibilitaba, según el caso, evadir compromisos, catapultarse en la lucha por
el poder o en la conservación del mismo. Aparentemente consideraban posible
conjugar los intereses foráneos con los nacionales y personales.
Fulgencio Batista, después de concluido el
gobierno de Grau San Martín, se convirtió en el verdadero poder en la isla y en
1940, por medio de unas elecciones, legitimó su poder en el marco de una nueva
constitución.
Batista retornó al gobierno en 1952 por medio
de un golpe militar. Las relaciones con Estados Unidos fueron excelentes, hasta
que Washington decidió retirarle su confianza.
En 1959, Fidel Castro instaura en la isla la
dictadura más cruenta que haya padecido el hemisferio, internacionalizándola al
subvertir el orden político en el continente e iniciar una política hostil
contra Estados Unidos.
El padrinazgo de la Unión Soviética a Castro
fue un factor determinante para que sectores de la oposición procuraran la
ayuda de Estados Unidos, que afectado en sus intereses económicos y políticos,
no dudó en prestar su apoyo.
Cuba se transformó en satélite de la URSS y
en su plataforma política y militar en el continente. Bases de submarinos y
espionaje electrónico y de cohetes balísticos con capacidad nuclear. Más de
cincuenta mil militares soviéticos estuvieron desplazados en suelo cubano.
No obstante la dependencia de La Habana de Moscú sirvió al castrismo para adquirir una clientela política propia, y desarrollar un proyecto hegemónico, que aunque dependiente del soviético, tuvo sus propios perfiles, factor que posibilitó entre otros componentes, la sobrevivencia del castrismo después de la caída del Kremlin, la creación del Foro de Sao Paulo y el apoyo logístico para el surgimiento y desarrollo de las dictaduras institucionales del inexplicable socialismo del Siglo XXI.
Pero si el castrismo continua atentando
contra las democracias del hemisferios, quienes se le oponen no han cesado en
su compromiso de combatirlo más allá de los resultados.
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