Pedro Corzo
La falta de una visión de conjunto con
proyección hemisférica en el liderazgo democrático latinoamericano, resalta
ante los logros de entidades como el Foro de Sao Paulo, que ha
sido capaz, por encima de diferencias y contradicciones, instrumentar un
sistema que planifica y coordina estrategias que tienen como único fin acceder
al poder, conservarlo y tomar el control de otros países.
El Foro trabaja en aquello que los une y
no en proyectos que pueda dividir a los países miembros. Trazan líneas de
acción común y sobre esas bases desarrollan sus actividades.
Los dirigentes del Foro, en el poder o
en la oposición, se conducen en base a intereses compartidos y no abandonan a sus
aliados ideológicos, o a aquellos que sin saberlo, son potenciales compañeros
de viaje.
Por sus actos se aprecia que el Foro
está muy lejos de ser una entidad académica que debate asuntos teóricos, todo
lo contrario, es un aparato ideológico-político que ha demostrado estar
comprometido en la conquista del poder y en su conservación, objetivos en lo
que indudablemente ha cosechado éxitos.
Sin embargo a pesar de estar lejos de la
Academia, el Foro prepara a sus miembros para que sean mejores contendientes
políticos.
En 1993 se aprobaron estrictas
normativas para el funcionamiento de la organización. Recientemente acordó
crear escuelas de Formación Política y se presentó un proyecto para
constituir una Red de Fundaciones, Escuelas y Centros de Capacitación en los
que formaran ideológicamente a sus militantes.
El foro incentiva todo lo que pueda
favorecer la desestabilización en los países en los que existen gobiernos
democráticos y por eso entre sus herramientas de lucha se encuentra la
celebración de encuentros raciales en los que los intereses de las etnias
reunidas están supeditados a las ventajas políticas que pueda obtener el
organismo.
En los conclaves internacionales
trabajan de común acuerdo. Esto ocurre en parlamentos hemisféricos como el
Palatino o Parlacen, pero también en Naciones Unidas. En proyectos de aparente
menor relevancia en la política internacional como un Premio Nobel de la
Paz, la entidad hacen sus propuestas y respaldan a la personalidad que
hayan seleccionado.
El Foro de Sao Paulo pretende influir en
todos los procesos electorales que se producen en el hemisferio y muy en
particular en los países en que se celebran elecciones generales y hay
candidatos miembros de la organización.
Un acuerdo relativo a esta intromisión es la decisión del
Foro de hacer acto de presencia en Honduras durante los comicios
presidenciales que se efectuaran en noviembre en ese país.
El Foro acordó efectuar un encuentro de parlamentarios,
por supuesto, asociados a la entidad, en Honduras, un mes antes de las
elecciones, a la vez que reafirmó su apoyo a las "fuerzas
progresistas" hondureña y exigió para los comicios la presencia de
observadores de UNASUR, una organización sobre la que los países miembros del
foro tienen gran control.
La organización de ese encuentro parlamentario estará a
cargo del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), del Frente Sandinista
de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua y del Frente Farabundo Martí de
Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador.
Lamentablemente la América democrática no cuenta con una
entidad que está capacitada, o al menos dispuesta, a rivalizar con el foro.
América Latina necesita constituir un aparato político
con visión continental que se manifieste en la Academia, Congresos, pero
fundamentalmente en la "calle", en respaldo de opciones
políticas nacionales que garanticen la libertad y la democracia.
La visión y practica internacionalista del Foro no tiene
una entidad rival comprometida en la defensa de la democracia y las libertades
políticas y económicas, proyectos que deberían ser los objetivos fundamentales
del liderazgo democráticos no contaminados por el despotismo del Socialismo del
Siglo XXI.
El dejar
pasar y hacer a los enemigos de la democracia, aísla paulatinamente a sus
genuinos defensores, si estos no son capaces de enfrentar los diferentes
métodos que usan los que quieren globalizar el despotismo.
Líderes
democráticos como Álvaro Uribe, Vicente Fox, Sebastián Piñera, Oscar
Arias, Juan Manuel Santos o Felipe Calderón, por solo mencionar unos
cuantos, deben tomar conciencia del riego que corren sus países sino actúan en
consecuencia contra los gobiernos que violentan de forma sistemática y
permanente los derechos de sus ciudadanos.
Los
demócratas no deben dudar que la defensa de la libertad y de los derechos del
ciudadano es un compromiso transnacional. Hay que luchar unidos, porque la
historia ha demostrado que cuando un país es controlado por la autocracia, la
libertad de todos está en peligro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario