Pedro Corzo
“Nosotros no podemos, por razones que ya
hemos explicado, ingresar a la OEA … esa sigla debe desaparecer. Raúl Castro.
La dictadura cubana ha sido constante en aplastar a los ciudadanos
que se le oponen, pero muy flexible en lo que respecta a gobiernos e
instituciones extranjeras, que en alguna medida pueden ayudar a sus
sobrevivencia.
Aquellos que por años rindieron tributo al castrismo por asumir posiciones
contrarias a los intereses democráticos del hemisferio, se habrán quedado
atónitos cuando La Habana invitó a al Secretario General de la Organización de
Estados Americanos, OEA, José Miguel Insulza, a la Cumbre de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y del Caribe, que se efectuara en la capital cubana a
fines de este mes, bajo la presidencia pro témpore de Raúl Castro.
Insulza no viajara a La Habana por ser una figura internacional, sino
porque es el principal directivo de la OEA, una entidad contraria a los
postulados sobre los cuales supuestamente se sostiene el totalitarismo cubano,
y que los Castro siempre han situado entre sus enemigos más acérrimos.
Una de las preguntas inevitable es como el régimen cubano va a presentar a
Insulza y en base a que protocolo se va a relacionar con él.
La invitación del castrismo a Insulza es una seria contradicción, que
reafirma el reblandecimiento de la dictadura ante las instancias
internacionales, debilitamiento que es compensado con una actitud más represiva
contra la población y en particular, contra los sectores que se le
oponen.
Por otra parte no se podía esperar del secretario general otra respuesta,
porque Insulza siempre ha sido indulgente con las dictaduras arropadas en el
marxismo.
Fue Insulza quien propuso que se debatiera la suspensión de Cuba, 1962, del
organismo, 2009, sin que La Habana haya mostrado interés en regresar a la
entidad.
También fue junto a Lula da Silva y Hugo Chávez, el principal crítico de
honduras cuando el ex presidente Manuel Zelaya, fue destituido. Fue el artífice
principal del aislamiento que padeció ese país, mientras demandaba el retorno a
toda América indulgencia para el régimen de los Castro.
La historia de la Organización de Estados Americanos, OEA, tiene más
sombras que luces, pero nunca la actuación del organismo regional ha sido tan
deplorable como la que muestra desde que es dirigida por el actual secretario
general.
Cierto que en el pasado el organismo regional aceptó en sus foros representantes
de sangrientas dictaduras militares que compartían tribuna con gobernantes que
habían sido elegidos democráticamente.
Tengamos presentes que la suspensión de los regímenes dictatoriales de
Rafael Leónidas Trujillo, Santo Domingo, y de Fidel Castro, Cuba, no fue por la
naturaleza depredadora de los gobiernos que dirigían, sino porque los dos
déspotas se convirtieron en una amenaza para los países miembros de la entidad.
Trujillo intentó asesinar al presidente venezolano Rómulo Betancourt y
Fidel Castro convirtió a Cuba en una plataforma de subversión que desestabilizó
a todo el continente con el propósito de imponer regímenes marxistas en todo el
hemisferio.
La OEA ha gustado de la complicidad porque en realidad la entidad ha
trabajado básicamente para fortalecer la paz y la seguridad entre los países
miembros, y en un segundo plano ha quedado la promoción de la democracia y el
respeto a los derechos humanos.
Desde que Insulza asumió la conducción de la entidad hemisférica ha
coincidido estratégica, ideológica y políticamente con las propuestas del Grupo
de la Alianza Bolivariana de las Américas, ALBA.
Obvio las múltiples agresiones de Hugo Chávez a Colombia y su abierto apoyo
a los terroristas de las FARC, al igual que los métodos usados por el desaparecido
mandatario venezolano para establecer por medio del despotismo electoral una
dictadura constitucional.
En lo que respecta a Nicolás Maduro dijo que deseaba para el presidente
electo, en unos comicios de dudosa legalidad, el mayor éxito en el cumplimiento
de sus funciones.
De manera parecida ha actuado en relación al presidente ecuatoriano Rafael
Correa. No ha puesto reparo a los rejuegos con la constitución de Nicaragua en
los que ha incurrido Daniel Ortega y tampoco ha censurado a Evo Morales que
como el resto de sus pares del Socialismo del Siglo XXI, solo crean condiciones
para perpetuarse en el poder y fortalecer las autocracias sobre las que
gobiernan.
Pero los actores del espectáculo del que La Habana será sede no se
circunscriben a los Castro, la OEA e Insulza, porque en el evento participaran
jefes de estado y de gobiernos, o sus delegados de treinta y tres gobiernos del
hemisferio
Con la participación de todos una vez más los gobiernos del
hemisferio, incluido los considerados genuinamente democráticos,
confieren a la dictadura insular una legitimidad que no posee y reiteran su
complicidad con una dictadura que sistemáticamente violenta los derechos de su
ciudadanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario