Pedro Corzo
El gobernante nicaragüense Daniel Ortega,
un individuo que tiene a su haber un aguzado sentido de la oportunidad y gran
capacidad de supervivencia, es el único dirigente político, junto a los
hermanos Castro, que ha sobrevivido a los tiempos jurásicos de la Guerra Fría.
El Frente Sandinista de Liberación Nacional del que
Ortega y sus hermanos eran dirigentes, fue el único de los muchos movimiento
sedicioso subvencionado por la dictadura cubana que conquistó el poder por
medio de la fuerza, aunque es conveniente aclarar que en el empeño para
derrocar la dictadura de Anastasio Somoza, jugaron un rol
importante varias democracias del continente, incluidas Venezuela,
Costa Rica y Estados Unidos, que le pidió al propio Somoza que abandonara el
gobierno.
La revolución de los Nueve Comandantes del FSLN que
controlaba la Junta de Gobierno, que en teoría dirigía el proceso de cambio en
el país, se transformó rápidamente en un feudo de los hermanos Daniel y
Humberto Ortega.
Nicaragua comandada por los hermanos Ortega
se alió a La Habana y Moscú, mucho antes de que se organizaran grupos dentro y
fuera del país contra el marxismo que predicaban varios de los líderes del
FSLN, mientras el territorio nacional era usado como plataforma de la dictadura
de los Castro para incrementar la subversión en Centroamérica, particularmente
en El Salvador.
Agentes cubanos coparon las dependencias
públicas, incluidas las que atendían los asuntos de seguridad e inteligencia.
Militares de la isla asumieron mando y control de los cuerpos armados del
país, algo similar a lo que actualmente ocurre en Venezuela, aunque con una
diferencia fundamental, Cuba pagaba las cuentas de Nicaragua y actualmente
Venezuela paga las cubanas.
En cierta medida Ortega fue el precursor de
las formulas políticas de Hugo Chávez, porque de partidario de la violencia
extrema como demostró serlo Chávez cuando protagonizó la sangrienta intentona
golpista de 1992, asumió la ruta electoral cuando apreció que era posible
acceder al poder por esa vía, método al que el desaparecido comandante
venezolano recurrió después que fracasó el golpe.
Daniel Ortega siempre ha creído en la fuerza y en el
control absoluto del poder, lo que condujo a purgas dentro del FSLN y a que
otros dirigentes disgustados abandonaran la agrupación, porque los hermanos
gustaban imponer su voluntad y Daniel en particular perpetuarse en la
presidencia.
En la actualidad el caudillo que decía que solo buscaba
un cambio justo para su país y el fin de una larga y cruenta dictadura, es un
hombre de gran fortuna y patriarca de una familia poderosa que tiene intereses
en todas las esferas de la economía nacional.
Daniel Ortega fue el principal gestor de “La
Piñata”, la apropiación indebida de bienes del estado y otros que fueron
confiscados a propietarios legales, condición que posibilitó al FSLN con el que
se quedó Ortega, convertirse en una poderosa fuerza política y
económica.
EL FSLN es el instrumento populista del gobernante que
trata contentar a sus partidarios a cualquier precio y negociar cuotas de poder
con sus rivales.
En este partido de familia, como lo identifican varios
analistas, la esposa de Ortega, Rosario Murillo cumple un importante rol
y sus hijos, potenciales herederos del poder, pueden hacer posible una
dictadura más fuerte y longeva que la de los Somoza.
El chantaje del FSLN es hacer ingobernable el país si sus
demandas no son satisfechas, condición que afecta a la clase política pero
también al sector productivo y muy en particular al pueblo en general, que lo
que anhela es paz y progreso.
El Frente cuenta con una clientela política de relativa
importancia, la que ha utilizado para obtener concesiones de los gobiernos y
partidos políticos rivales.
El marxista de otrora es hoy amigo de la
Iglesia, ha logrado eliminar los rumores
sobre sus presuntos abusos sexuales a su hijastra y es amigo de un amplio
sector del empresariado nicaraguense.
Ortega es la salamandra por excelencia. Su capacidad de
mimetismo no tiene paralelo, pero es necesario reconocer que algunos de los
sectores políticos que históricamente han rivalizado con Daniel Ortega y
el Frente Sandinista de Liberación Nacional, han optado por la componenda y la
convivencia, por tal de preservar sus intereses.
Por
ejemplo, el ex presidente Arnoldo Alemán pactó con Ortega lo que permitió que
dirigentes del FSLN volvieran a controlar algunas de las instituciones del
estado, pero lo más importante fue la reforma a la constitución que
legitimó que Daniel Ortega fuera presidente en el 2007 con solo el apoyo
del 34 por ciento de la población.
Ortega tiene el control absoluto de
los poderes del estado y con la última reforma constitucional que suprime las
restricciones a la reelección presidencial, está en la ruta de un mandato
vitalicio.