marzo 17, 2014

Nicaragua, por un presidente electo vitalicio

Pedro Corzo
El gobernante nicaragüense Daniel Ortega, un individuo que tiene a su haber un aguzado sentido de la oportunidad y gran capacidad de supervivencia, es el único dirigente político, junto a los hermanos Castro, que ha sobrevivido a los tiempos jurásicos de la Guerra Fría.

El Frente Sandinista de Liberación Nacional del que Ortega y sus hermanos eran dirigentes, fue el único de los muchos movimiento sedicioso subvencionado por la dictadura cubana que conquistó el poder por medio de la fuerza, aunque es conveniente aclarar que en el empeño para derrocar la dictadura de Anastasio Somoza, jugaron un rol importante   varias democracias del continente, incluidas Venezuela, Costa Rica y Estados Unidos, que le pidió al propio Somoza que abandonara el gobierno.
La revolución de los Nueve Comandantes del FSLN que controlaba la Junta de Gobierno, que en teoría dirigía el proceso de cambio en el país, se transformó rápidamente en un feudo de los hermanos Daniel y Humberto Ortega.
Nicaragua comandada por los hermanos Ortega se alió a La Habana y Moscú, mucho antes de que se organizaran grupos dentro y fuera del país contra el marxismo que predicaban varios de los líderes del FSLN, mientras el territorio nacional era usado como plataforma de la dictadura de los Castro para incrementar la subversión en Centroamérica, particularmente en El Salvador.
Agentes cubanos coparon las dependencias públicas, incluidas las que atendían los asuntos de seguridad e inteligencia. Militares de la isla asumieron mando y control  de los cuerpos armados del país, algo similar a lo que actualmente ocurre en Venezuela, aunque con una diferencia fundamental, Cuba pagaba las cuentas de Nicaragua y actualmente Venezuela paga las cubanas.
En cierta medida Ortega fue el precursor de las formulas políticas de Hugo Chávez, porque de partidario de la violencia extrema como demostró serlo Chávez cuando protagonizó la sangrienta intentona golpista de 1992, asumió la ruta electoral cuando apreció que era posible acceder al poder por esa vía, método al que el desaparecido comandante venezolano recurrió después que fracasó el golpe.
Daniel Ortega siempre ha creído en la fuerza y en el control absoluto del poder, lo que condujo a purgas dentro del FSLN y a que otros dirigentes disgustados abandonaran la agrupación, porque los hermanos  gustaban imponer su voluntad y Daniel en particular perpetuarse en la presidencia.
En la actualidad el caudillo que decía que solo buscaba un cambio justo para su país y el fin de una larga y cruenta dictadura, es un hombre de gran fortuna y patriarca de una familia poderosa que tiene intereses en todas las esferas de la economía nacional.
Daniel Ortega fue el principal gestor de  “La Piñata”, la apropiación indebida de bienes del estado y otros que fueron confiscados a propietarios legales, condición que posibilitó al FSLN con el que se quedó Ortega,  convertirse  en una poderosa fuerza política y económica.
EL FSLN es el instrumento populista del gobernante que trata contentar a sus partidarios a cualquier precio y negociar cuotas de poder con sus rivales.
En este partido de familia, como lo identifican varios analistas,  la esposa de Ortega, Rosario Murillo cumple un importante rol y sus hijos, potenciales herederos del poder, pueden hacer posible una dictadura más fuerte y longeva que la de los Somoza.
El chantaje del FSLN es hacer ingobernable el país si sus demandas no son satisfechas, condición que afecta a la clase política pero también al sector productivo y muy en particular al pueblo en general, que lo que anhela es paz y progreso.
El Frente cuenta con una clientela política de relativa importancia, la que ha utilizado para obtener concesiones de los gobiernos y partidos políticos rivales.  
El marxista de otrora es hoy amigo de la Iglesia, ha logrado eliminar los rumores sobre sus presuntos abusos sexuales a su hijastra y es amigo de un amplio sector del empresariado nicaraguense.   
Ortega es la salamandra por excelencia. Su capacidad de mimetismo no tiene paralelo, pero es necesario reconocer que algunos de los sectores políticos que históricamente han rivalizado con  Daniel Ortega y el Frente Sandinista de Liberación Nacional, han optado por la componenda y la convivencia,  por tal de preservar sus intereses.
Por ejemplo, el ex presidente Arnoldo Alemán pactó con Ortega lo que permitió que dirigentes del FSLN volvieran a controlar algunas de las instituciones del estado, pero lo más importante fue la  reforma a la constitución que legitimó que Daniel Ortega  fuera presidente en el 2007 con solo el apoyo del 34 por ciento de la población.
Ortega tiene el control absoluto de los poderes del estado y con la última reforma constitucional que suprime las restricciones a la reelección presidencial,  está en la ruta de un mandato vitalicio.

marzo 16, 2014

Estudiantes baluartes de la libertad

Pedro Corzo

“En cuestiones de cultura y de saber, solo se pierde lo que se guarda, solo se gana  lo que se da.” 
                      Antonio Machado

La mayoría de los jóvenes tienen a su haber la confianza en sí mismos, el arrojo de restarle importancia a las consecuencias de sus acciones, pero lo más importante, son capaces de darse a lo que creen y enfrentar peligros que años más tardes asustan de solo evocarlos.


Cuando coinciden juventud y la condición de estudiante, la mezcla es particularmente atrevida y eso lo muestra el estudiantado venezolano que como la mayoría de sus iguales de América Latina, siempre ha luchado contra las dictaduras y favorecido las propuestas políticas que promueven la libertad y la justicia, y en consecuencia, han enfrentado el despotismo sin temer las secuelas de sus actos.

Las protestas estudiantiles que tienen lugar en Venezuela son una natural derivación de esa histórica conducta. Cuando la dictadura de Marco Pérez Jiménez, los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica Andrés Bello, noviembre de 1957, se declararon en huelga, un ejemplo que se extendió a otras universidades y liceos, siendo un factor importante en los sucesos que derivaron en la caída del dictador.

Por lo anterior y sumado a las protestas y huelgas estudiantiles que nunca faltaron en los 40 años de democracia, era de esperar que el estudiantado enfrentara el despotismo que instauró en el país y promovió  por el resto del continente el desaparecido Hugo Chávez, obra que con más torpeza que talento, continua impulsando su sucesor Nicolás Maduro.

Hace unos años el escritor y ensayista mexicano, Enrique Krause, escribió que si Hugo Chávez pretendía convertir a Venezuela en una Cuba con petróleo,  el antídoto estaba en el movimiento estudiantil venezolano que en contraste con otros movimientos estudiantiles de la región identificados con el estatismo, los jóvenes venezolanos no reivindicaban ideologías estatistas, sino que tenían como bandera la defensa de los derechos humanos.


Krause evocaba las protestas estudiantiles del año 2007 cuando miles de estudiantes marcharon contra el fin de la concesión de Radio Caracas Televisión, por lo que algunos analistas consideran que tales protestas fueron determinante en el fortalecimiento posterior de la oposición política al régimen de Chávez.

Estos señalamientos del intelectual mexicano son corroborados por el líder estudiantil venezolano exiliado Nixon Moreno, quien refiere que en el 2001, cuando los atentados del 9/11, él se enfrentó junto a muchos de sus compañeros al dirigente estudiantil chavista Tareck El Aissami, en la actualidad acto funcionario del gobierno, porque este reivindicaba aquellos actos terroristas como parte de la lucha contra el imperialismo.


Moreno afirma que después de la autocracia chavista el movimiento estudiantil venezolano se desarrolló en un nuevo contexto en el que la defensa de los valores occidentales de libertad y respeto al ciudadano han sido fundamentales y afirma que desde aquel momento el estudiantado, conscientes de que los nuevos gobernantes buscaban instaurar en el país un nuevo tipo de dictadura,  se dedicó a evitar que el chavismo controlara los centros de estudios, a la vez que defendían sus derechos a como diera lugar. 

El dirigente estudiantil dice que el gobierno busca criminalizar las protestas para enajenar los estudiantes del resto de la población y que eso debe evitarse. Afirma que hay que seguir reclamando los derechos sin dejar que las autoridades manipulen los acontecimientos ni las protestas. 

Hay que tener presente que los estudiantes fueron una piedra en las botas militares que impusieron en el hemisferio la doctrina de la seguridad nacional.


Grabada en la memoria esta la denominada Noches de los Lápices, cuando la dictadura militar argentina asesinó a un grupo de jóvenes estudiantes, o las trágicas consecuencias de manifestaciones de educandos chilenos contra la dictadura de Augusto Pinochet.

En toda América Latina los estudiantes han defendido con su sangre sus derechos. Por ejemplo en Cuba, muchos estudiantes cayeron enfrentando la dictadura de Fulgencio Batista entre los que destaca José Antonio Echevarría y luego, contra el régimen totalitario, la lista de estudiantes muertos por sus convicciones, es particularmente dolorosa, entre muchos cayeron, Porfirio Ramírez Ruiz, presidente de la Federación de Estudiantes Universitario de Las Villas, fusilado, y años más tarde, con mucha tumbas entristeciendo la ruta de la libertad, murió en una huelga de hambre  el también dirigente universitario Pedro Luis Boitel.

Los estudiantes venezolanos están a la vanguardia en la lucha por la libertad de Venezuela y de todos aquellos que la perdimos en nuestros respectivos países, por eso una vez más y como siempre, José Martí está presente, porque fue él quien escribió que los estudiantes son el baluarte de la libertad.


Raúl Castro, la sombra y el crimen

Pedro Corzo
Recientemente el escritor José Antonio Albertini en una reunión de amigo se refirió a una película basada en la vida de un asesino a sueldo titulada “El hombre de hielo”, pero de inmediato y sin asociación previa,  se comentó  un informe de Archivo Cuba, entidad comprometida en divulgar los crímenes del totalitarismo insular.

La información señala que desde que Raúl Castro asumió la jefatura del estado cubano, hace siete años, han perecido en la isla al menos 200 personas por causas imputables a su gobierno, lo que demuestra que el dictador designado sigue siendo un hombre cruel y despiadado.


Las primeras fotos de ejecuciones en la Sierra Maestra tienen como protagonista a Raúl Castro, no es que fuera el único asesino, entre otros estaban Ernesto Guevara y Ramiro Valdés, pero al parecer el actual dictador  gustaba fotografiarse con sus víctimas tal y como hicieron sus pares nazis en el pasado.

El desaparecido comandante del ejército rebelde Lucas Moran Arce, señala en "La Revolución Cubana. Una versión Rebelde" que Raúl es el autócrata por excelencia, una persona desconfiada por naturaleza, y un trabajador incansable, que solo se rodea de incondicionales y que "el Segundo Frente Oriental era un pequeño estado totalitario en el cual la disciplina se fundaba en el terrible drama de la muerte por fusilamiento".

El periodista y también escritor Luis González Lalondry, está investigando los fusilamientos masivos del campo de tiro de la Loma de San Juan ordenados por Raúl Castro en la madrugada del 12 de enero de 1959, cerca del monumento donde se firmó el armisticio entre Estados Unidos y España en 1898.

Según declaraciones de sobrevivientes que posee González, de la galera 8 del vivac de Santiago de Cuba fueron sacados 84 presos, que fueron sometidos a una parodia de juicio en la que los jueces eran comandantes de la revolución triunfante.

El proceso duró cuatro horas, todos fueron condenados y ejecutados en masa. Fueron sepultados en fosas comunes que habían abierto un buldócer. Inexplicablemente contaron con asistencia religiosa antes de morir, uno de esos sacerdotes vive en Miami, el padre  Jorge Bez Chabebe, que dijo a González,” fue un espectáculo dantesco que provocaba náuseas”.

Esta masacre fue comentada por uno de los biógrafos de Ernesto Guevara, Jon Lee Anderson, señala, “Pese a su reputación de hombre cálido, puede ser impulsivo, dogmático y a veces brutal, en 1959, durante la rendición de Santiago, la segunda ciudad del país, Raúl presidió la ejecución de más de 70 soldados y oficiales que fueron ametrallados y sus cadáveres lanzados a un foso".

El doctor Armando Lago, un distinguido investigador de los crímenes del castrismo y autor del “El Costo humano de la revolución social”, refiere que investigaciones  parciales demuestran que Raúl Castro fue responsable de 550 ejecuciones en 1959.

Dariel "Benigno" Alarcón, oficial del ejército rebelde que combatió junto a Guevara en el Congo y Bolivia dice que en una ocasión Fidel Castro le envió un mensaje a Raúl para que cesaran los fusilamientos porque habían quejas al respecto y que escuchó a Fidel comentarle a Celia Sánchez, la respuesta de Raúl: "Fidel, no te preocupes no correrá más sangre, de ahora en adelante ahorco a los enemigos".

Es tema para otra columna, pero hay una característica del dictador que es justo evocar.

Raúl Castro en todos los procesos "judiciales" de gran relevancia del régimen totalitario, ha sido el principal acusador, al parecer el único papel principal que Fidel le dejó jugar mientras fue el máximo líder. 

En 1959, durante el proceso contra el comandante Huber Matos, fue una especie de Robespierre. Amenazó y coaccionó a Matos hasta que éste que se le enfrentó. También trató de injuriar y desacreditar al abogado defensor Francisco Loriet Bertot,  pero no lo logró.

Hay otros procesos a tener en cuenta como el que se realizó contra  la dirigencia del viejo Partido Socialista Popular, conocido como la "Microfracción", 1968. Raúl fue quien ordenó a la Seguridad del Estado las medidas a tomar contra los supuestos complotados. Al final del proceso, cuando el terror "raulista" corría impetuosamente por el torrente sanguíneo de culpables e inocentes, y se esperaba un baño de sangre, apareció Fidel componiéndolo todo y enviando a los inculpados a cumplir sentencias de prisión.

Pero su momento estelar antes de asumir todos los poderes en la isla, fue durante el “Caso Ochoa”, un proceso en el que fueron juzgados varios oficiales de alto rango, entre ellos generales, que resultó con la ejecución entre otros de Arnaldo Ochoa y Antonio de la Guardia, 1989, y una purga que llevó a prisión o destitución de otros muchos militares, que solo cumplieron las ordenes que les habían impartido los dos hermanos. 

Venezuela en el camino de la redención

                                                          Pedro Corzo
Interpretar y desarrollar actividades contra un régimen despótico fundamentado en la legitimidad que otorgan los votos de unos comicios plurales y secretos, es sumamente complejo y ha de demandar una inventiva para la que los políticos de formación genuinamente democrática pueden no estar preparados.

La mayoría de los que han hecho política o activismo social en una sociedad democrática -siempre hay depredadores y corruptos que son los que hacen posible las autocracias y dictaduras- son personas comprometidas con la paz social, con la gobernabilidad y en la procura de un entendimiento con sus adversarios por encima de las diferencias.

El compromiso de estos hombres y mujeres es evitar traumas que afecten a la población. Fortalecer las instituciones del estado y la sociedad, y procurar un equilibrio que beneficie a todas las partes.

Están formados en la confrontación democrática, donde las reglas son básicamente iguales para todos los sectores, tanto  para los que ocupan el poder como para la oposición. Se esfuerzan por cumplir determinadas pautas de conducta, y hasta cuando se confrontan como contendientes,  se miran como adversarios y no como enemigos.


El político de formación democrática es partidario del dialogo o el debate, pero siempre en un ambiente de respeto y conciliación que permita a las partes cuando termina la contienda electoral trabajar juntos en la procura de beneficios para la comunidad que representan, sin que eso implique el fin de las desavenencias o desacuerdos.

Sin embargo, aquí la paradoja, hay otros políticos o activistas sociales que aunque igualmente comprometidos con los valores democráticos, son conscientes de que las dictaduras de terciopelo legitimadas en el despotismo electoral, demandan soluciones diferentes que en muchas ocasiones  exigen situarse sobre la propia línea de la precaria legalidad que concede el régimen a los 
que se les oponen.

Comprenden casi instintivamente que las reglas de juego para enfrentar una autocracia legitimada por el voto y con capacidad de sobornar a la población manipulando sus necesidades más básicas,  no pueden ser las mismas que las que plantea una campaña electoral en la que los derechos de los contendientes son respetados.

Saben que el control de las instituciones asfixia a la oposición y que la disputa electoral está contaminada por el control que el ejecutivo ejerce sobre la rama del estado encargada de esta actividad.

En una palabra, están a favor de las elecciones pero  sin confiar en la imparcialidad de los jueces electorales, por lo que se preparan para demandar ante los tribunales las revisiones de los resultados.


Saben que los medios de prensa serán asfixiados y en consecuencia buscan alternativas para informar y ser informados, cultivan las más modernas redes sociales y por ellas divulgan hacia el interior y el exterior los crímenes de los gobernantes.

Hacen conocer ante los organismos internacionales lo que acontece en su país pero no esperan que desde el exterior se solucione el problema. 

Preservan su identidad política. Defienden sus valores y principios sin hacer concesiones a las propuestas populistas del gobierno, a la vez que proponen soluciones viables a las dificultades que padece el país.



Estos hombres y mujeres tienen un temple especial. No son violentos, dejan la violencia para el gobierno, pero aun así lo retan con el sano temor de quien sabe qué está cumpliendo con el deber.
No temen salir a las calles para reclamar sus derechos. No temen tampoco las consecuencias de sus demandas. Saben que son responsables  por lo que les suceda a ellos y lo que le pueda ocurrir a quienes les sigan, pero asumen esa responsabilidad.

Luchan porque el gobierno respete a los gobernados y en caso de que no lo haga, los reclamos sean tan fuertes que la ingobernabilidad  les impida continuar en el poder.

No claman venganza sino respeto e igualdad ante la ley. Saben que su ejemplo de protesta no violenta, pero firme, y dispuesta a enfrentar cualquier peligro puede ser contagiosa y que un pueblo decidido es capaz de apagar el despotismo y repetir "el ejemplo que Caracas dio."