Pedro
Corzo
No hay
disputas por trágicas que sean que no se resuelvan por medio de conversaciones
entre las partes en pugna.
La
historia está repleta de cruentas guerras y de posteriores negociaciones en las
que el fin del conflictos se logra por medio de conversaciones y ulteriores
pactos, cierto que por lo regular hay un perdedor, pero es una regla con muchas
excepciones, en particular, cuando las partes están conscientes de que no están
en capacidad para destruir a la otra.
La
oposición política en Venezuela siempre se ha ajustado a las reglas de
convivencia que impone la democracia. Los políticos que rivalizan con el
chavismo han actuado ajustados a derecho. Han respetado la
institucionalidad del país aunque el gobierno la haya violentado en
innumerables ocasiones.
Por otra
parte la constitución ha sido siempre interpretada a la “manera” que le
conviene al gobierno. Por ejemplo, cuando se decidió que se ajustaba a la
Carta Magna que Nicolás Maduro continuara en la presidencia después de la muerte
de Hugo Chávez, y que se podía postular al cargo sin violar lo prescrito
en la Constitución.
Tanto la
candidatura de Maduro como su elección, estuvo envuelto en una maraña de
interpretaciones inspiradas en la exclusiva conveniencia del grupo de gobierno.
La
realidad es que si la autocracia Maduro-Cabello accedió a conversar con la
oposición no fue porque ésta se lo pudo haber demandado en múltiples
ocasiones, sino porque un sector del pueblo venezolano hizo, y lo
continúa haciendo, gala de un heroísmo que ha conmovido los cimientos del
régimen.
Durante
todos estos años los demócratas venezolanos han hecho grandes esfuerzos y
sacrificios para conciliar las diferencias con el gobierno, a pesar de las
constantes ofensas y descalificaciones procedentes del oficialismo.
Ha
participado en elecciones en las que sus victorias han sido escamoteadas por
regulaciones del ejecutivo o por decisiones judiciales. Sus derechos han sido
restringidos y su acceso a los medios de comunicación cada vez son más limitados.
Recientemente
una diputada, María Corina Machado, fue separada de su bancada. Varios alcaldes
han sido encarcelados y líderes de la talla de Leopoldo López criminalizado y
encarcelado por defender sus convicciones.
La
autocracia venezolana siempre ha dado pocas muestras de respetar a las fuerzas
políticas que le adversan. El desaparecido presidente Hugo Chávez nunca
consideró a la oposición como rival o adversario político, sino como enemigos
que había que destruir. Una enseñanza en la que su heredero Maduro ha
sentado cátedra.
El
desprecio del chavismo hacia la oposición es congénito en todo régimen
despótico. Por años ha intentado desacreditarla, destruirla, y dejar el país
sin otra opción que no sea la que el gobierno ha procurado imponer en los últimos
quince años.
Si hay
un dialogo en Venezuela, independiente a sus resultados, no fue porque los
gobernantes cambiaran sus perspectivas, sino porque un sector de la oposición
ha demostrado disposición a enfrentar las consecuencias con unas protestas cívicas
tan ejemplares, que hasta los aliados en la Unión de Naciones del Sur,
UNASUR, de Maduro, le recomendaron que lo políticamente correcto
era reunirse con la oposición y buscar puntos de encuentro.
Maduro
siguió el consejo, aunque previamente había contado con la complicidad de
la Organización de Estados Americanos, porque el país estaba al borde la
ingobernabilidad. La opinión pública internacional estaba pendiente de lo que
acontecía en Venezuela. Los estudiantes se ganaron la admiración y el respeto
de todo individuo comprometido con la libertad. Fueron muchos sus sacrificios,
al extremo que varios estudiantes entregaron sus vidas en el reclamo de sus
derechos.
Sin
dudas que el dialogo es necesario, ojala el gobierno muestre tolerancia,
compresión y que la sensatez prime sobre las diferencias, y se lleguen a
acuerdos que permitan a todos los ciudadanos disfrutar de sus derechos, pero no
se puede pasar por alto que el presidente Maduro dijo "no
pacto o negociación, solo voluntad de paz. Queremos un modelo de convivencia,
de tolerancia", o como expresó el canciller Elías Jaua, "el
Presidente ganó el mandato del pueblo y no puede hacer lo que pretende la MUD
como gobierno".
La oposición tanto la que dialoga como la que continúan en las calles
protestando debe blindarse contra cualquier intento de división de parte del
gobierno, María Corina Machado lo dijo en Bruselas, “Hay una pretensión de
dividir las fuerzas democráticas en Venezuela que sale directamente de Cuba.”
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