Pedro
Corzo
Por
supuesto que cada quien puede interpretar la auto presentación del dictador
cubano, Raúl Castro, durante los funerales de Nelson Mandela al presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, como quiera, y una probable es que el
dictador temía pasar inadvertido ante el hombre más poderoso del mundo.
La conducta del dictador designado evidencia un
grave complejo de inferioridad, sentimiento consecuente con la lastimosa
dependencia que por décadas ha mostrado hacia su hermano Fidel, algo que
apunta el desaparecido político y periodista José Pardo Llada, en su libro
"Fidel de los Jesuitas al Moncada", quien describe a un Raúl Castro,
irrelevante, silencioso, osco y desconfiado, que siempre estaba en un segundo
plano en relación a Fidel Castro.
Fidel, ha sido hábil en tergiversar el resultado de
numerosas situaciones y en convertir las derrotas en victorias.
Por ejemplo el fracasado ataque al cuartel Moncada
le rindió más dividendo que si lo hubiera conquistado, el naufragio del Granma
lo bautizó como desembarco y las escaramuzas de la Sierra Maestra las
transformó en batallas que hicieron palidecer las de la Segunda Guerra Mundial.
El
Gran Hermano a quien al parecer le quedan mañas para manipular algunas
realidades, posiblemente considero que la conducta de Raúl Castro con el
presidente Obama podía ser calificada de indigna por quienes creen ciegamente
en el discurso de odio hacia Estados Unidos, escribió “Felicito al compañero Raúl por su
brillante desempeño”.
El saludo en inglés, “Señor presidente, yo soy Castro”, palabras que Raúl acompañó con una breve pero sumisa sonrisa, y un ligero movimiento de cabeza, no se corresponde con las continuas ofensas de la dictadura cubana hacia Estados Unidos o sus mandatarios.
Cierto
que Raúl Castro ha manifestado en varias ocasiones que considera posible
normalizar las relaciones con Washington, por eso su actitud hacia el
presidente Obama durante las exequias de Mandela, podrían interpretarse como el
punto de no retorno de un cambio anunciado.
Sin
embargo no es posible creer que un odio añejado en los incontables fracasos del
régimen, haya mutado a un sentimiento más positivo hacia el país que siempre
han considerado responsable de sus errores.
Raúl
Castro por sus históricos vínculos con el marxismo soviético ha sido un
acérrimo enemigo de Estados Unidos.
En 1956
le dijo en Ciudad México a Miguel Sánchez, "El Coreano", quien
entrenó a muchos de los expedicionarios del Granma: "así que vamos a tener
como instructor a un invasor yanqui", en alusión a que Sánchez había combatido
en la Guerra de Corea bajo la bandera estadounidense.
En junio
de 1958, decretó que detuvieran a los ciudadanos estadounidenses que residían o
transitaban por los alrededores del Segundo Frente Oriental, bajo su mando.
Castro fue quien ordenó el secuestró de 51 personas, 49 estadounidenses y dos
canadienses, al extremo que el cónsul de Santiago de Cuba, Park Wollam, tuvo
que viajar a la zona para pactar la liberación de los rehenes.
También
ordenó una incursión contra la Moa Bay Mining Company para secuestrar diez
ingenieros estadounidenses y también decidió el derribo de dos aviones
estadounidenses de Hermanos al Rescate, 1996, resultando en la muerte de 3
ciudadanos de ese país y un residente.
Raúl
creía sinceramente en el marxismo y estuvo asociado con el comunismo aún antes
del triunfo de la insurrección. Es conocida su admiración por la extinta Unión
Soviética, su plena identificación con los jerarcas militares del ejército rojo
y como negoció con el Kremlin, cumpliendo órdenes de su hermano, la instalación
de cohetes con capacidad nuclear para destruir a Estados Unidos.
Por supuesto que el escenario internacional es distinto y el régimen
un fracaso, en consecuencia, el castrismo para sobrevivir debe hacer
concesiones contrarias a su naturaleza, pero ninguno de esos consentimientos
afecta los fundamentos que sostienen la dictadura, tampoco hay gesto que
permitan apreciar que el carácter y las ideas de los “hermanos” hayan
evolucionado.
El apretón de manos Obama-Castro ha generado muchas expectativas sobre
lo que puede ocurrir en las relaciones entre los dos países.
En los
últimos años Washington y La Habana han tratado entre otros temas, asuntos de
inmigración y servicios de correo postal, pero los cubanos continúan sin poder
ejercer sus derechos libremente y sin restricciones y Estados Unidos en el
discurso oficial del gobierno, es su principal enemigo.
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