Pedro Corzo
Es vergonzoso que la mayoría de los
gobiernos de los países de América hayan sido capaces de ponerse de acuerdo en
establecer una especie de política común que solo beneficia a los regímenes
despóticos del hemisferio, sin considerar que con esa actitud dejan en absoluta
indefensión a los pueblos sometidos a los regímenes autoritarios.
La
conducta de muchos de los políticos latinoamericanos refleja en el mejor de los
casos una gran miopía y en el peor, una franca y abierta complicidad con los
autócratas, situación confirmada en la Asamblea de la Organización de Estados
Americanos cuando se le impidió a la diputada venezolana María Corina Machado,
exponer la realidad que padece su país bajo el régimen de Nicolás Maduro.
El pueblo cubano ha sido la victima
por antonomasia de la estulticia, cobardía y oportunismo de los líderes
políticos del hemisferio.
A pesar de que la política de
desestabilización del gobierno de Cuba no había cambiado hacia sus pares del
hemisferio, la mayoría de los gobiernos del continente modificaron su política hacia La
Habana, restablecieron relaciones
diplomáticas y comerciales con la isla en cuanto la OEA dio el visto bueno a
las mismas.
La dictadura imperante en la isla no
impidió que se integrara a organismos
regionales, entre ellos, a las Cumbres de Jefes de Estado y Gobierno de
Iberoamérica, al extremo que organizó unos de esos eventos. Ningún gobierno
reparó que La Habana violaba descaradamente los acuerdos en los que se
comprometía a respetar los
derechos humanos, la pluralidad y transparencia política.
La nueva víctima de esta crónica
desidia es Venezuela. La confabulación de los gobiernos a favor del despotismo
otra vez se evidencia.
La doble moral y la quiebra de los
valores que nuestros gobernantes dicen defender, hará posible que sean más los pueblos sometidos a
dictaduras electorales en la que los gobernantes vestidos de civil, pueden ser
tan crueles y despiadados como los militares que les precedieron. Maduro es un
ejemplo.
Es conveniente hacer notar la rapidez
y firmeza con la que políticos,
organizaciones sociales, sectores intelectuales y gobiernos identificados con
el populismo electoral, actúan solidariamente cuando uno de sus iguales, o
próximo a sus intereses, son afectados negativamente por decisiones que pongan
en peligro la sobrevivencia del aliado.
Consecuente
con ese compromiso la delegación de Nicaragua solicitó que la sesión en la que
hablaría la diputada venezolana fuese a puertas cerradas, propuesta a la que
los gobiernos aliados ideológicos del castro chavismo y los que se benefician
del petróleo venezolano, apoyaron sin reparo.
Posteriormente
otras maniobras que evidentemente habían sido acordada previamente entre los
que respaldan el régimen de Maduro, impidieron que en
la Sesión Ordinaria del Consejo Permanente de la OEA, pudiera denunciar la
diputada María Corina Machado lo que acontece en su país.
Cierto que el gobierno de Venezuela
ejerce un vil chantaje con su chequera petrolera sobre muchos gobiernos y que
otros mandatarios lo respaldan porque su alianza, dígase, ideológica con
Caracas así lo indica, pero el voto de Brasil
aunque tipifica la apatía
de la mayoría de los gobiernos de América Latina hacia valores como la libertad y los
derechos humanos es muy preocupante, porque parece indicar que a pesar de sus
muchas potencialidades no está en capacidad de asumir el liderazgo
hemisférico que se le
supone.
Si la conjura orquestada por Venezuela
para impedir que la diputada Machado hablara en el conclave fue una victoria
pírrica, en particular gracias a Panamá y a los gobiernos que apoyaron su
propuesta, el régimen de Maduro se auto agravió cuando retuvo en el aeropuerto
a la diputada cuando retornaba al país.
Esa detención temporal más la obsesión
de Diosdado Cabello por retirarle a María Corina la inmunidad parlamentaria, el
arresto de varios alcaldes y el incremento de la represión, demuestran que el
régimen no tiene voluntad de discutir con sinceridad los problemas de país y
darles solución con la participación de sectores independientes de la sociedad.
El gobierno de Maduro está consciente
del carácter político de las protestas, pero también sabe que si se han
extendido a pesar de la represión por varias semanas, es porque están
sustentadas en problemas reales de la nación, como
es la existencia de presos políticos, control de los medios de comunicación,
restricción a las libertades económicas, la corrupción, la elevada inflación, inseguridad pública y otras
trabas que perjudican a la ciudadanía.
Hasta el momento
han muerto muchas personas, en su mayoría estudiantes y gente del pueblo que
repudian la violencia, lo que deja apreciar que Maduro confía
devotamente en la capacidad
de los represores cubanos para someter a los manifestante y en el talento de
Ramiro Valdés en construirle un país modelado a su gusto, donde las protestas sean
recordadas como un mal ejemplo de la democracia.
Pedro excelente análisis! Te habla Vidalito me gustaría contactarte manadame un email vidal2lorenzo@gmail.com
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